¿Sabes diferenciar
lo verdadero de lo falso?
Proverbios 12:17
“El que habla verdad declara lo que es
justo, pero el testigo falso afirma mentiras”.
Desde muy pequeños oímos a nuestros padres hablar acerca
de la “verdad” y de la “mentira”. Nos dicen que debemos decir siempre la
verdad, que nunca debemos decir mentiras. Pero a medida que crecemos y
envejecemos nos va resultando más difícil entender exactamente qué es la
verdad, dónde está la verdad de la vida, cuánto de todo lo que leemos, oímos y
vemos es verdad y cuánto es mentira. Hay ocasiones en las que muchos están en
desacuerdo con algo que han oído y dicen: “¡Esto es mentira!”, mientras que
otros dicen acerca de lo mismo: “¡Esto es verdad!” Entonces, ¿qué es la verdad?
Cuando se acercaba el momento de su muerte, Jesús les
habló a sus discípulos tratando de alentarlos y de eliminar cualquier duda o
temor de ellos. “No se turbe vuestro corazón…”, les dice, “…creéis en Dios,
creed también en mí” (Juan 14:1). Y seguidamente les afirma: “Voy, pues, a
preparar lugar para vosotros”. Finalmente hace esta poderosa afirmación: “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”
(v.6). Es decir, no es Jesús uno de muchos caminos; él es el único
"camino" al Padre. De igual manera, no es Jesús alguien que enseña la
verdad; él es “la verdad.” Jesucristo, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado es
la única y absoluta verdad, la cual encontramos en las Escrituras. Y quienes le
reciben tienen vida eterna porque él es “la vida”.
En Juan capítulo 5, Jesús se enfrenta a un grupo de
judíos que procuraban matarlo porque había sanado a un paralítico en el día de
reposo. También lo acusaban de otras cosas, entre ellas porque “decía que Dios
era su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (v.18). Estos eran los mismos
religiosos que se esforzaban por aparentar que andaban en los caminos
correctos, que eran grandes conocedores y estrictos cumplidores de la ley de
Dios. Por eso el Señor les dice: “Examináis las Escrituras porque vosotros
pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de
mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (v.39). Es decir:
"Ustedes leen las Escrituras pero no creen la verdad que hay en ellas; por
eso no vienen a mí para que tengan vida". Todo esto porque ellos preferían
seguir sus propios rituales y tradiciones.
No existe otra manera de conocer la verdad que no sea
escudriñando las Escrituras, meditando en ellas, y aplicándolas en nuestras
vidas. Entonces y sólo entonces seremos libres. Así les dijo Jesús a unos
judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres” (Juan 8:31-32). La única manera de salir de la esclavitud de la
mentira y construir una barrera contra lo falso es saturando la mente con la
verdad.
La Biblia debe ser nuestra guía. Toda pregunta, toda
duda, toda confusión debe ser aclarada bajo la luz poderosa de la Palabra de
Dios. ¿Qué crees en cuanto al matrimonio? ¿Es para toda la vida? ¿O crees que
está bien desertar cada vez que se vuelva inconveniente o un estorbo para tu
vida? ¿Y qué de los hijos, los amigos, el dinero, la iglesia, los pastores?
¿Qué de asuntos morales como la delincuencia, el aborto, la homosexualidad, el
adulterio y la fornicación? Si no estás seguro acerca de cualquiera de estos
temas u otros, es necesario que leas la Biblia y que la escudriñes hasta que
escuches la respuesta de Dios. Pregunta al Espíritu Santo: “¿Qué quiere decirme
el Señor por medio de este pasaje?” No preguntes como el mundo pregunta: “¿Cómo
puedo interpretar este pasaje, de manera que me resulte conveniente?”
Pídele a Dios que él forme tus convicciones a través de
su Palabra. Hazte el hábito de dedicar un tiempo cada día a la lectura de la
Biblia y la oración. Si meditas detenidamente en la enseñanza de hoy y la crees
de corazón, el Espíritu Santo obrará en tu vida capacitándote para discernir y
diferenciar lo verdadero de lo falso. Entonces conocerás la verdad y
disfrutarás plenamente de una vida llena de la paz y el gozo del Señor.
ORACIÓN:
Amoroso Padre celestial, gracias te doy por tu Palabra,
pues a través de ella puedo conocer la verdad. Dame discernimiento espiritual
para poder sacar de ella el conocimiento que necesito para diferenciar lo falso
de este mundo de lo verdadero que proviene de ti. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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