¿No puedes
conciliar el sueño?
¿Vives con temor,
estrés, ansiedad, incertidumbre?
Filipenses 4:6, 7
“Por nada estéis afanosos, sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.
Ramón llevaba muchas noches batallando con el insomnio.
Decidió acudir al médico el cual, después de examinarlo, le dijo que no iba a
recetarle medicamentos para dormir. "Si no puedes dormir, ocupa ese tiempo
en leer o escuchar una música suave. Tarde o temprano vas a conciliar el
sueño", le dijo el doctor. De todas maneras le dio un pequeño sobre,
indicándole que si no podía dormir lo abriera y tomara de su contenido. Esa
noche se dispuso a tomar lo que él pensaba era la pastilla que le había dado el
médico. Pero al abrir el sobre vio que en su interior había una pequeña nota
que decía: “Sólo Dios trae paz al espíritu. Lee Salmo 4:8”. Ramón fue a la
gaveta donde había guardado su Biblia tres o cuatro años antes, y leyó: “En paz
me acostaré, y asimismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir
confiado”. Entonces se arrodilló junto a su cama y clamó a Dios por paz y
sosiego. Inmediatamente una preciosa y dulce paz inundó su alma. Allí vino a su
mente lo que en una ocasión Jesús dijo a sus discípulos: “La paz os dejo, mi
paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27). Desde esa
ocasión Ramón hizo parte de su vida la “receta” del doctor y durmió en paz cada
noche.
Millones de personas en el mundo padecen de insomnio. El
estrés, los problemas, las tensiones, la ansiedad, todos estos factores que
abundan tanto en nuestros tiempos afectan considerablemente la capacidad de
dormir profunda y plácidamente. No es posible conciliar el sueño cuando nuestra
mente es bombardeada por pensamientos de preocupación, temor, angustia, etc. Es
necesario eliminar esos pensamientos para conseguir la paz que nos lleve a un
sueño profundo y reparador. El profeta Isaías nos habla de una “receta” similar
a la que el doctor le dio a Ramón. Dice Isaías 26:3: “Tú guardarás en completa
paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.
Cuando hablamos de paz, pensamos en descanso, en reposo,
en tranquilidad mental y espiritual. La Biblia nos habla del origen de esa paz
en Romanos 5:1. Dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Este es el primer paso. Por medio del
sacrificio de Cristo en la cruz nuestros pecados son perdonados, es decir somos
justificados y como resultado somos reconciliados con Dios. De esta manera
comienza un proceso en el cual conocemos la verdadera paz, la que proviene de
Dios, la que no depende de las circunstancias, sino que existe a pesar de las
circunstancias. Jesús les habló de esta paz a sus discípulos en Juan 16:33:
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. No es fácil entenderlo pero
podemos experimentar esta paz si confiamos en el Señor.
Cuando sientas que estás en medio de una tormenta
espiritual o emocional, acude a Dios en oración. El apóstol Pablo, estando
preso en una cárcel en Roma, rodeado de muchas incomodidades y sufrimientos y
en espera de ser ejecutado en cualquier momento, escribió una carta a los
filipenses en la cual los alienta y los exhorta a orar. El pasaje de hoy es
parte de esa carta. Aquí les habla de “la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento”. No es difícil imaginar las terribles circunstancias en las que
Pablo se encontraba cuando escribió esta carta. Pero aun en medio de ellas, él
fue capaz de encontrar una paz muy grande, la cual con seguridad le permitía
dormir bien toda la noche.
La paz de Dios está a nuestra disposición. ¿Por qué
entonces vivir con temor, estrés, ansiedad, incertidumbre? Reflexiona en esta
enseñanza. Entiende que tu Padre celestial desea que tú, al igual que el
salmista, te acuestes en paz y duermas plácidamente. Sólo tienes que acercarte
a él en oración y confiar para disfrutar su paz.
ORACION:
Gracias, oh Dios, por la paz que me das en Jesucristo.
Ayúdame a vivir en íntima comunión contigo para poder disfrutar de esta paz en
todos los momentos de mi vida, buenos y malos. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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