¿Estás preparado
para la guerra?
Efesios 6:10-18
“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en
el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para
que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios,
para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza
de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre
todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego
del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es
la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el
Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los
santos”.
La Palabra de Dios nos enseña que las luchas a las que a
diario nos enfrentamos, y que muchas veces nos afectan profundamente, no son
contra las personas que están a nuestro alrededor, sino contra “fuerzas
espirituales malignas” que están bajo la dirección de Satanás, a las cuales no
podemos ver y cuyo propósito es destruirnos. Día tras día estamos envueltos en
esa guerra espiritual, aunque generalmente no nos damos cuenta de lo que
verdaderamente está sucediendo en nuestras vidas.
Nosotros no tenemos la capacidad ni el poder para vencer
estas fuerzas demoníacas, pero tenemos un Dios todopoderoso que está dispuesto
a pelear por nosotros. La Escritura de hoy, nos exhorta a buscar en Dios la
fortaleza que necesitamos y, usando la imagen de un soldado completamente
equipado para la guerra, nos insta a ponernos “toda la armadura de Dios” para
resistir al diablo y estar firmes contra sus astutas tácticas. Con este fin,
cada día debemos seguir los siguientes pasos:
1. Ceñirnos con el
cinturón de la verdad.
Jesucristo es “la verdad”, dice Juan 14:6. La Palabra de
Dios es la manifestación de la verdad. Juan 8:31-32 nos asegura que si
permanecemos en esta verdad seremos totalmente libres.
2. Protegernos con
la coraza de justicia.
Hemos sido justificados por la sangre de Cristo. Cuando
vivimos con esta seguridad, la justicia de Dios constituye una coraza
protectora.
3. Calzarnos con
la disposición de proclamar el evangelio de la paz.
Tenemos paz con Dios como resultado de nuestra relación
con Cristo, pero esa paz debemos compartirla con los demás. Como dijera el
profeta Isaías: “Cuán hermosos son los pies del que trae buenas nuevas, del que
anuncia la paz...” (Isaías 52:7).
4. Tomar el escudo
de la fe.
Nuestra principal defensa es la fe que recibimos de Dios.
Debemos ser constantes en la lectura de la Biblia, pues “la fe es por el oír, y
el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17).
5. Tomar el casco
de la salvación.
El casco protege la cabeza. Uno de los puntos que más
ataca el diablo es la mente, y a través de ella intenta controlarnos. Cuando
vivimos sobre la base de nuestra salvación en Cristo, nos resulta fácil
rechazar todo pensamiento que no glorifica el nombre del Señor.
6. Tomar la espada
del Espíritu, que es la palabra de Dios.
Cuando Satanás tentó a Jesús (Mateo 4:1-11), el Señor
respondió en cada ocasión: “Escrito está.” Y seguidamente se refería a un
pasaje de la Escritura con el cual callaba al diablo. Nosotros debemos seguir
el ejemplo de Cristo y enfrentarnos a la tentación con la poderosa Palabra de
Dios.
7. Orar en el
Espíritu en todo momento.
La oración es el arma más poderosa que tiene el
cristiano. Es la oración la que coloca en su lugar todas las partes de la armadura
espiritual y pone en ella la unción del Espíritu Santo. A unas pocas horas de
su muerte, allí en Getsemaní, Jesús dio a sus discípulos este consejo: “Velad y
orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto,
pero la carne es débil.” (Mateo 26:41).
Si seguimos todos estos pasos, podremos proclamar con
autoridad: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”
ORACION:
Padre santo, te doy gracias por la protección que
encontramos en tu poder para luchar contra las fuerzas del mal. Ayúdame a
permanecer vestido con tu poderosa armadura para vivir una vida de paz y de
victoria. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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