¿Te abruman tus circunstancias, no sabes cómo
tener paz?
Lucas 24:36-43
"Mientras
ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo:
Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían
espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro
corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy;
palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo
tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos,
de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de
comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo
tomó, y comió delante de ellos".
Los discípulos
habían sido testigos de la muerte de su Maestro unos días antes. Ahora, al ver
la persona de Jesús frente a ellos se espantaron llenos de temor. Esto no
obstante de que ya habían sido informados que Jesús había resucitado. Pero
verlo allí frente a ellos fue algo muy superior a sus fuerzas. Jesús,
comprendiéndolos, los calmó diciéndoles: “Paz a vosotros”. Esta paz
sobrenatural, indescriptible, incomprensible, que proviene de Dios, la describe
la Biblia como
“la paz que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Es una paz que
llega en momentos en que las circunstancias que nos rodean amenazan con
hundirnos en una total desesperación. Entonces empezamos a calmarnos y poco a
poco entramos en un estado de sosiego tan profundo que no podemos entender,
sobretodo porque las circunstancias por regla general permanecen sin cambiar al
menos por un tiempo. Esto es lo que sobrepasa todo entendimiento humano. Claro
que más importante que entender esa paz es sentirla. Y esto lo podemos
experimentar todos los que ponemos nuestra confianza en el Señor.
El profeta
Isaías confió plenamente en Dios y experimentó esa paz. Por eso pudo afirmar:
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque
en ti ha confiado” (Isaías 26:3). La paz de Dios es completa y profunda, no
depende de las circunstancias, sino que viene de adentro hacia afuera. Para
sentirla debemos creer de todo corazón que Dios es más grande que cualquier
problema, que su poder es sobre todo poder, que si él es por nosotros, “¿quién
contra nosotros?” (Romanos 8:31).
¿Has sentido
alguna vez el toque maravilloso y sobrenatural del Señor, en medio de
circunstancias difíciles? Si nunca lo has sentido y estás en medio de una
prueba, puedes experimentarlo ahora. La palabra de Dios nos da la clave para
ello: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7). Cuando el apóstol Pablo
escribió esta carta a los cristianos de Filipos estaba en una cárcel romana,
rodeado de incomodidades, pasando hambre, siendo humillado y torturado, y
esperando ser ejecutado de un momento a otro. Considerando el consejo que nos
da, debemos estar seguros de que, aun en medio de esas terribles
circunstancias, él estaba disfrutando de la maravillosa paz de Dios.
En medio de los
problemas y adversidades por los que a diario pasaban, Jesús les dijo a sus
discípulos: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Echa a
un lado el temor, la angustia y el afán y arrodíllate buscando el rostro del
Señor en oración. Clama a él por su ayuda, confía en él de todo corazón e
inmediatamente la paz de su santa presencia te envolverá.
ORACIÓN:
Padre santo,
necesito de ti, de tu poder, de tu maravillosa paz. Por favor, echa fuera de mí
todo espíritu de temor e incertidumbre, y lléname de esa paz que sobrepasa todo
entendimiento. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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