Proverbios 22:6
“Instruye al
niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
La paternidad es
una difícil y delicada tarea, pero es una de las experiencias más plenas y
gratificantes que podamos vivir. Dios tiene mucho que decir acerca de la manera
en que podemos criar exitosamente a nuestros hijos para que sean individuos
piadosos. Enseñándoles en todo momento la verdad acerca de la Palabra de Dios.
UNO:
Demuéstrales amor, abrázalos y diles repetidamente lo mucho que los amas.
Siéntete complacido de sus pequeños y grandes triunfos. Reconócelos y motívalos
a seguir sumando logros. Acompáñalos a leer la Biblia ; a escribir, contar
etc. Establece un parámetro de castigos y recompensas y cúmplelas (Proverbios
22:6).
DOS: Se para ellos
un "Súper Héroe"; permanece a su lado cuando te necesiten; juega con
ellos, conviértete todas las noches en un “cazador de dragones y monstruos” y
libera su cuarto de “ellos”. Ora con ellos Antes de que cierren sus ojos para
dormir.
TRES: Asegura
que como padre o madre te respete (Efesios 6:1-3); como amigo te extrañe; pero
que te ame toda la vida (Colosenses 3:20).
CUATRO:
Incúlcales el temor a Dios (Deuteronomio 6:5-9; Salmo 128:1); Incúlcale valores
morales como el respeto al prójimo y a los mayores (Mateo 22:39); a respetarse
entre ellos y al sexo opuesto; a no mentir; a respetar las leyes y normas de la
sociedad, a ser pulcros, a no arrojar basura en la calle o desde el vehículo;
y, en todo tiempo, respeta sus ideas y espacio de intimidad.
CINCO: Si
acostumbran hacer berrinches, ponles carácter, y, si es necesario, dales una
palmada en su trasero (Proverbios 13:2; 19:18; 29:17). Suprímeles lo que más
les guste y explícales porque lo haces y que tengan claro que toda acción
conlleva una consecuencia (Gálatas 6:7). Asegúrate de cumplirles cada promesa
que les hagas, sea buena, (o menos buena) y si te equivocas, reconócelo y
discúlpate.
SEIS: No los
lastimes con malas palabras. Elimina de tu vocabulario palabras y frases como:
tonto, bobo, no te soporto, me tienes hasta la coronilla, lo sabía... tenías
que ser tu, no puedes, todo lo haces mal, eres bruto y otras similares
(Colosenses 3:21; Efesios 6:4). No olvides que las conductas son aprendidas y
todo lo que les hagas o digas quedará grabado en su ser interior, creándoles
paradigmas y creencias que en su vida de adulto le impedirán tener una vida
plena (1 Timoteo 3:4).
SIETE: Somos su
espejo y ellos actúan por el ejemplo. Si tienes hábitos nocivos como el
alcohol, el tabaquismo, drogas o juegos de azar; y los practicas en su
presencia; ¿que crees que pasara? Recuerda… tus acciones hablan más fuerte que
tus palabras (1 Corintios 11:1).
OCHO: Enséñale
con honor a que familia pertenecen, cuales son sus raíces familiares, el
significado de su nombre y apellidos; que sepan a donde pertenecen, y su lugar
en la familia primaria.
NUEVE: Guíalos a
través del bullicioso camino de la vida. Enséñales que son seres maravillosos;
que son hijos de Dios; que todo lo que deseen lo pueden lograr con paciencia,
perseverancia y fe (Romanos 2:7).
DIEZ: Es
importante involucrar a los hijos en la familia y el ministerio de la iglesia
cuando son jóvenes. Asistir a una iglesia bíblica de Sana Doctrina (Hebreos
10:25), permitirles ver y estudiar la Palabra , así como estudiarla con ellos. Platicar
con ellos sobre el mundo a su alrededor cómo ellos lo ven, y enseñarles acerca
de la gloria de Dios a través de la vida diaria.
Los hijos son el
préstamo más hermoso que nuestro Padre Celestial nos hace. Ellos están llenos
de preguntas e inquietudes, de miedos y curiosidad, de tenacidad y debilidades;
pero sobre todo, los hijos son los que nos alegran el día cuando llegamos a
casa abatidos, cansados y con la sensación de que hemos viajado hasta el fin
del mundo. Ellos con solo vernos brincan de alegría, gritan y corren a
recibirnos. Nos abrazan con toda su fuerza y nos dicen "Que bueno que
llegaste papi..., mami, te extrañé... hoy pasé la lección... sí pude". Es
en esos momentos cuando todo nuestro obscuro día desaparece para darle paso al
más hermoso de los arcoiris y solo alcanzar a pensar y decirnos a nosotros
mismos "Gracias Dios por bendecirme con mis hijos”.
No permitamos
que las circunstancias de la vida nos impidan disfrutar de ese maravilloso
regalo; pues muy pronto crecerán y entonces ellos también tendrá ocupaciones
propias que no les permitirán atendernos o vernos. Por eso, disfrutemos su
inocente y alegre compañía, de sus abrazos, besos y ternura; porque con el
pasar del tiempo, ellos también serán Padres o Madres, pero nunca cambiará el
hecho de que seguirán siendo nuestros hijos.
ORACIÓN:
Amante Padre
Celestial, ayúdame a educar y comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente
lo que tengan que decir, a contestar con cariño todas sus preguntas. Hazme tan
amable con ellos, como yo quisiera que lo fueran conmigo. No me permitas
hablarles de mal modo, si no enseñándoles con amor. No permitas que me burle de
sus errores, ni que los humille o avergüence delante de nadie. No permitas que
los induzca a hacer cosas indebidas por seguir mi mal ejemplo. Te pido que me
guíes para que pueda demostrarles, con todo lo que diga y haga, que la
honestidad es fuente de felicidad. Reduce el egoísmo que hay dentro de mí. Haz
que cesen mis críticas de las faltas ajenas, que cuando la ira trate de
dominarme, me ayudes a contener mi lengua. Haz que tenga siempre a flor de
labios una palabra de amor y estímulo para ellos. Ayúdame a tratarlos conforme
a sus edades y no me permitas que siendo ellos apenas unos niños les exija el
criterio y comportamiento de los adultos. No permitas que les robe las
oportunidades de actuar por si mismos con responsabilidad, de pensar, de
escoger y tomar sus decisiones de acuerdo a sus edades. Enséñame Señor a
corregirlos con amor y a instruirlos con tu Hermosa Palabra; y, sobre todo,
dame el valor para reconocer y de confesarte mis faltas para con ellos, cada
vez que las cometa. Todo te lo pido en el precioso nombre de tu hijo Jesús,
Amen.
“Gracia y Paz”
Vida Cristiana
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