Santiago 4:13-14
“¡Vamos ahora!
los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y
traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es
vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y
luego se desvanece”.
Hace varios
años, en la ciudad de Miami, Florida, sucedió un lamentable accidente en un
centro comercial cuando un hombre de avanzada edad se disponía a estacionar su
vehiculo. Por equivocación, en lugar de pisar el freno pisó el acelerador por
lo cual el automóvil arremetió contra un banco en la acera en el que estaban
sentadas dos mujeres jóvenes, una de las cuales tenía seis meses de embarazo.
Fue tal el impacto que recibieron, que ambas murieron instantáneamente en el
lugar del accidente.
Obviamente no es
posible saber de que hablaban esas dos mujeres mientras conversaban sentadas en
aquel banco, pero bien podríamos presumir que, siendo jóvenes, estuvieran
hablando de sus planes para el futuro. Quizás la que estaba embarazada se
gozaba compartiendo sus ilusiones en relación al próximo nacimiento de su bebé;
tal vez lo imaginaba creciendo, dando sus primeros pasos, yendo a la escuela
por primera vez. En fin, allí estaba ella disfrutando mentalmente las imágenes
de un lindo futuro que es el anhelo de tantos hombres y mujeres jóvenes que han
comenzado a establecer una familia. Pero ¿quién pudo haber imaginado que en una
fracción de segundo todos esos sueños e ilusiones quedarían destrozados bajo
las ruedas de un automóvil salido de la nada?
Claro que
accidentes como este no suceden con mucha frecuencia, pero no hay duda de que
es un recordatorio de lo frágil y efímera que es la vida. ¡Cuánta verdad
encierran las palabras del apóstol Santiago en el pasaje de hoy! “Porque ¿qué
es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y
luego se desvanece”. Día tras día escuchamos, leemos en los periódicos o vemos
en la televisión noticias relativas a muertes repentinas, causadas ya sea por
algún accidente automovilístico, o por un tornado u otro fenómeno natural, o
por un incendio, o un tiroteo que algún loco llevó a cabo inesperadamente en
algún lugar público, o quizás producto de un fulminante ataque al corazón. ¡De
tantas y tantas maneras puede una vida humana terminar en un segundo de manera
inesperada!
Pero aún en
aquellas personas cuyas vidas transcurrieron sin ser afectadas por ninguno de
estos eventos, y llegaron a vivir, digamos, 80 ó 90 ó más años, si comparamos
ese número de años con la eternidad, todavía podemos decir como Job: “Acuérdate
que mi vida es un soplo” (Job 7:7a). De esta manera lo expresó Moisés en el
Salmo 90 dirigiéndose a Dios: “Porque mil años delante de tus ojos son como el
día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche. Los arrebatas como
con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana.
En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca”.
Todo esto nos
revela la incertidumbre y la fragilidad de la vida. Cuando somos concebidos en
el vientre materno, y nacemos, todos saben que ha comenzado una vida. A partir
de ese momento, ¿qué va a pasar? ¿Cómo, cuándo o de qué manera va a terminar
esa vida? Nadie lo sabe. El pasaje de hoy lo afirma cuando dice: “No sabéis lo
que será mañana”. Somos totalmente incapaces de conocer el mañana. Dios nos
creó de esta manera precisamente para que dependiéramos de él. Mientras David
meditaba sobre esto, oró a Dios diciendo: “Hazme saber, Jehová, mi fin, y
cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy” (Salmo 39:4).
Medita en esta
enseñanza. Piensa en lo frágil y efímera que es la vida y hazte el propósito de
vivir cada día como si fuera el último, tratando de agradar a Dios cada segundo
de ese día. Pon tus planes futuros en las manos del Señor y confía plenamente
que él los llevará a feliz término conforme a su voluntad.
ORACIÓN:
Padre Santo, te
ruego me ayudes a vivir cada día en total comunión contigo, y que tu nombre sea
honrado por medio de mi comportamiento. Desde hoy pongo ante ti mis planes
futuros y te suplico que hagas en ellos tu voluntad. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia Y Paz”
Dios te Habla
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