Marcos 7:18-23
“El les dijo:
¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de
fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su
corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios
todos los alimentos. Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al
hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos,
las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la
maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen,
y contaminan al hombre”.
Algunos fariseos
y escribas se habían acercado a Jesús quejándose de que habían visto a sus
discípulos comer pan sin lavarse las manos, y por esta razón los condenaban.
Entonces el Maestro les replicó diciendo: “Hipócritas, bien profetizó de
vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su
corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas
mandamientos de hombres” (Marcos 7:6-7). Ya Jesús les había advertido en varias
ocasiones que su rígida adhesión a la ley tradicional podía significar en
realidad desobediencia a la ley de Dios. En otras palabras, se preocupaban demasiado
por seguir las costumbres tradicionales que venían de generación en generación,
pero se olvidaban de hacer las cosas que agradaban a Dios. Por ejemplo, Marcos
7:3 dice que “los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de
los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen”.
Después de su
encuentro con los fariseos, Jesús se dirige a sus discípulos con las palabras
del pasaje de hoy, las cuales son una profunda enseñanza en relación a las
cosas que verdaderamente son inmundas y que contaminan al ser humano, es decir
sus acciones y sus palabras, que provienen de su propio corazón. A estos mismos
fariseos, Jesús les había dicho en otra ocasión: “¡Generación de víboras! ¿Cómo
podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla
la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el
hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12:34-35).
No quiso decir
Jesús en esta enseñanza que no debemos ser cuidadosos e higiénicos al ingerir
los alimentos, sino que lo que es realmente importante es lo que guardamos en
el corazón. Un corazón lleno de amargura, o resentimiento o cualquier otro
sentimiento que no refleje el amor de Dios crea una barrera espiritual que
impide la relación con el Señor y afecta negativamente a los que están a su
alrededor. El autor de la
Epístola a los Hebreos hace esta advertencia: “Mirad bien, no
sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de
amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).
Mucho se ha
escrito acerca de los beneficios que tiene para la salud del cuerpo una
alimentación sana y balanceada. Es muy importante que nuestra dieta incluya las
vitaminas, minerales, proteínas y carbohidratos que el organismo necesita para
funcionar de la manera en que fue diseñado. Es de suma importancia mantener el
sistema digestivo limpio de toxinas que pueden contaminar nuestro organismo
resultando en enfermedades y otros problemas. Es también importante mantenerse
activo siguiendo un régimen de ejercicios y acondicionamiento físico.
Pero si todo
esto es importante para gozar de buena salud física, mucho más importante es el
cuidado que debemos tener para gozar de buena salud espiritual. Este es el centro
de la enseñanza de hoy: la importancia esencial de la alimentación de nuestro
espíritu, la cual debe depender fundamentalmente de la lectura de la Biblia y la oración cada
día de nuestras vidas. También debemos ser cuidadosos al escoger los programas
de televisión que vemos, y los sitios del Internet que visitamos, y los libros
y revistas que leemos, pues todo esto puede dar lugar a los malos pensamientos
a los que se refiere Jesús, los cuales invariablemente traerán como
consecuencia “todas estas maldades que de dentro salen, y contaminan al hombre”.
ORACIÓN:
Padre santo, te
ruego me ayudes a alimentar mi espíritu con tu palabra y a buscar tu rostro día
tras día, y que tu Santo Espíritu llene mi corazón de tu amor, de tu gozo, de
tu paz, y de todas las cosas buenas que provienen de ti. En el nombre de Jesús,
Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te habla
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