Juan 16:5-22
“Pero ahora voy al que me envió;
y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho
estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os
conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a
vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al
mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí;
de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por
cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aún tengo muchas cosas que
deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de
verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,
sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de
venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo
que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará
saber. Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque
yo voy al Padre. Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros:
¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco,
y me veréis; y, porque yo voy al Padre? Decían, pues: ¿Qué quiere decir con:
Todavía un poco? No entendemos lo que habla. Jesús conoció que querían
preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije:
Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis? De cierto, de
cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará;
pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. La
mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que
ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya
nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os
volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”.
Los discípulos tuvieron la
bendición de estar cerca de Jesús. ¿Puedes tu imaginar lo que disfrutaban al
escuchar sus enseñanzas y verlo hacer maravillas sobrenaturales? Quizás tu has
deseado, también, haber vivido en aquellos días, transitando los polvorientos
caminos con Él. Desde nuestra perspectiva actual, no podemos concebir nada más
grande que ver a Jesús en persona.
Ya que así se sentían los
discípulos, podemos entender por qué se entristecieron cuando el Señor anunció
que regresaría a su Padre en el cielo. Pero Él prometió enviar un Consolador;
de manera que, en realidad, la partida de Cristo fue algo bueno, pues así vino
el Espíritu Santo. Por tanto, ¿entendemos realmente los beneficios de gozar de
su presencia en nosotros?
Aunque no podemos ver a Jesús
cara a cara, podemos tener una relación aun más estrecha con Él, porque
llevamos su Espíritu Santo en nuestros cuerpos. Una de las tareas del Espíritu
es revelar los asuntos de Jesús. Si necesitamos sabiduría y discernimiento, Él
está listo para darnos de ellos cada vez que leemos la Biblia. También
libera su poder en nuestras vidas, el mismo poder divino que Cristo utilizó
para llevar a cabo la voluntad de su Padre.
No obstante de estos beneficios
maravillosos, muchos creyentes no sienten la presencia del Espíritu, ni
aprovechan el discernimiento y el poder que están a su disposición. ¿Es el
Espíritu Santo de Dios tu compañero, tu guía y tu ayudador, o simplemente un
confuso concepto teológico? No descuides este tesoro. ¡Se que el Dios
todopoderoso vive dentro de ti!
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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