Hechos 17:11
“Y éstos eran más nobles que los
que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud,
escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.
Es preocupante ver el modo en que
muchas personas reciben una predicación o mensaje. ¿Qué tal si esa persona que
estamos escuchando nos está mintiendo acerca de la fe? ¿Qué tal si está
equivocada?
Vivimos en tiempos de confusión
doctrinal, en donde el mundo entero busca la tan preciada “verdad” del
evangelio. Ante esta demanda, muchos han salido por el mundo a anunciar su
verdad, su evangelio, su fórmula de la verdad.
Sectas han proliferado por
doquier, aprovechando el tremendo engaño que existe en muchas personas que no
tienen la voluntad de comprobar que tan verdadero es lo que se les esta
predicando.
Esta falta de voluntad se puede
apreciar en distintas formas; desde la completa flojera para comprobar por sí mismos
si lo que se les dice es verdadero o no, hasta el cierre de su mente y su corazón
a todo lo que cuestione su fe ya implantada.
Ante esta situación conviene
recordar la historia bíblica, la cual nos enseña cómo debemos recibir una
predicación (sea de quién sea). En este caso, veremos cual fue la actitud de
los hombres y mujeres de Berea, los cuales no obstante de tener arraigada su
religión judía basada en la ley de Moisés, de todos modos se mostraron
solícitos para recibir el mensaje cristiano, en este caso, de los labios del
apóstol Pablo.
Esta historia se relata en el
libro de Hechos 17:10-12, y específicamente el verso 11 dice sobre los
habitantes de Berea:
“Y éstos eran más nobles que los
que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud,
escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos
17:11).
Cabe destacar dos actitudes
notables de los de Berea respecto a la predicación de Pablo:
1) Recibieron la palabra “con
toda solicitud”.
2) Escudriñaron las Escrituras
cada día para comprobar la predicación de Pablo.
De este modo, en una situación de
predicación, podemos notar tres tipos de creyentes que toman actitudes
diferentes:
1) Los que no les interesa, no
escudriñan, y rechazan el mensaje; como muchos de Tesalónica (Hechos 17:1-9).
2) Los que sí escudriñan y se
interesan en el mensaje; como los de Berea.
3) Los que no escudriñan y
reciben el mensaje livianamente; como los de Galacia (Gálatas 1:6).
Notemos que los judíos eran
religiosos que conocían las Escrituras, y Pablo venía anunciando que Jesús es
el Cristo. Ante este mensaje, los judíos de Tesalónica le rechazaron, pero los
de Berea tomaron el mensaje y lo examinaron. Este hecho les hizo ser “más
nobles” que los de Tesalónica.
En contraste, los hermanos de
Galacia recibieron el mensaje de un “evangelio diferente”, aceptándolo sin
reparos.
Lo que ocurrió en Tesalónica se
repite hoy en día. Muchas personas se aferran a su religión, o conjunto de
doctrinas, las cuales se tornan incuestionables. Y si alguno cuestiona los
aspectos de su fe, estas personas no dudarán en atacar a quien se atreva a
plantear una idea distinta, así como atacaron a Pablo.
Así mismo, se repite el caso de
Galacia, en donde muchos no se tomarán la molestia por analizar y escudriñar las
Escrituras para ver si el mensaje que escucharon es verdadero o no; simplemente
lo aceptarán y aunque el predicador diga: “Soy Jesucristo”, le creerán y le
dirán “Amén” a todas sus aberraciones. Muchas sectas se han aprovechado de
esto.
Gracias a Dios, también existen
hoy en día hermanos que son nobles como los de Berea y que ante cualquier
predicación (sea de quien sea), recibirán el mensaje, lo examinarán y
comprobarán a través de las Escrituras si las cosas son así o no, con toda
solicitud, y sin temor a cuestionamientos.
Entonces...
¿Cómo recibirás el próximo
mensaje o predicación que escuches o leas?
¿Te cerrarás como los de
Tesalónica?
¿Te abrirás como los de Galacia?
¿o analizarás como los de Berea?
“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina
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