Salmo 103:5
“(Dios) es quien… sacia de bien
tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”.
Isaías 40:31
“Los que esperan al Señor tendrán
nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas”.
Dotado de poderosas garras, de
una vista aguda y de un temible pico, el águila se alimenta de reptiles,
pájaros o pequeños mamíferos. Desde el cielo domina los prados y los bosques…
Cuando envejece, alrededor de su
pico se forman verrugas, lo que con el tiempo lo impide alimentarse. Pero el
águila no quiere dejarse morir de hambre. Entonces restriega con fuerza su pico
contra las asperezas de las rocas hasta que las membranas sean cercenadas y su
pico liberado. ¡Así puede saciarse nuevamente con los festines de las praderas!
Quizás a esto alude el primer
versículo del encabezamiento, que invita al creyente a un rejuvenecimiento
espiritual en el ocaso de su vida. Sí, con el correr del tiempo las fuerzas
físicas disminuyen y llegan las flaquezas. El cansancio y el desaliento pueden
alcanzar al creyente, pero las promesas del Señor son dadas para todas las
edades y circunstancias de la vida.
Mediante la energía de la fe, el
creyente cansado debe alimentarse con las certezas que ofrece la Palabra de Dios, quien no
puede mentir. Contar con él cada hora, día tras día, es el secreto de una
fuerza renovada y de una paz estable. Entonces, como el águila, el creyente
puede elevarse por encima de las circunstancias de la vida, en lugar de ser
prisionero de ellas, y acercarse a Dios, quien siempre está dispuesto a renovar
sus fuerzas espirituales.
“Gracia y Paz”
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