Filipenses 3:3-11
“Porque nosotros somos la
circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo
Jesús, no teniendo confianza en la carne. Aunque yo tengo también de qué
confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo
más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín,
hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor
de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero
cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de
Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él,
no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de
Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de
su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser
semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de
entre los muertos”.
Muchas personas conocen los
hechos fundamentales de la vida del Señor, pero pocas lo conocen personalmente.
Están tan ocupados con sus actividades y sus intereses, que rara vez piensan en
Jesús hasta que surge una situación desesperante.
Pero aquellas que conocen al
Señor estrechamente, lo hacen su prioridad absoluta, y todas las posesiones,
logros, o intereses carecen de valor cuando se comparan con el hecho de
conocerlo.
Considere los resultados de hacer
de Cristo lo más importante en su vida (Filipenses 3:8-10):
Un
hambre cada vez mayor: “para ganar a Cristo”. Aunque Pablo tenía una
relación admirable con el Señor, su mayor deseo era conocerlo más.
Una
vida cambiada: “la justicia que es de Dios”. Cuanto más conozcamos a
Cristo, más exhibiremos su justicia.
Una
mayor competencia: “el poder de su resurrección”. El poder del Espíritu
fluye a través de quienes se relacionan estrechamente con el Señor Jesús.
Una
nueva perspectiva: “la participación de sus padecimientos”. Cuando
entendemos a Cristo, vemos sus bendiciones por medio de nuestro sufrimiento.
Una
vida victoriosa: “llegando a ser semejante a él en su muerte”. El
verdadero creyente, se consideran a sí mismo muerto a los pecados que una vez
dominaron su vida.
¿Anhela usted conocer a Cristo, o
es su relación con Él superficial? Los creyentes no debemos permitir que los
placeres, los problemas y las responsabilidades de este mundo nos roben el
tesoro de conocer a Cristo. Es hora de contar todo como pérdida, y de seguir
adelante con Cristo.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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