Salmo 1:1
“Bienaventurado el varón que no
anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores…”
En todos los años que he
trabajado con personas, todavía no he conocido a nadie que se haya arruinado la
vida por obedecer los mandamientos de Dios. Sin embargo, en una época en que la
libertad personal se estima un derecho inalienable, hablar de conformar nuestro
estilo de vida a los caminos divinos suele considerarse una invasión de la
privacidad. Y a cualquiera que hable a favor de los límites que Dios establece,
se lo excluye. Pero en este frenesí por ser libres, deberíamos tener presente
que nuestra sociedad se caracteriza cada vez más por un agobiante sentimiento
de desesperación y de falta de significado.
El pueblo de Dios debe tener una
perspectiva completamente diferente de los límites. Como el salmista, tenemos
que tomar conciencia de que una vida bendecida es el resultado de deleitarse en
la ley del Señor (Salmo 1:2); no de vivir como aquellos que «[andan] en consejo
de malos, [y están] en camino de pecadores» (v. 1). El cristiano reconoce que
los límites divinos no buscan quitarle dinamismo a la vida, sino que son cercos
levantados según la sabiduría de Dios para ayudarnos a evitar la trampa y los
problemas de una vida insensata.
La próxima vez que seas tentado a
traspasar los límites divinos, recuerda el propósito amoroso del Señor al
levantar vallados. Decide bendecir a Dios por esos límites y por la bendición
que son para ti.
Los
cercos de Dios te mantienen dentro de los límites de sus bendiciones.
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Lee: Salmo 1
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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