1 Timoteo 6:17
A los ricos de este siglo manda
que no […] pongan la esperanza en las riquezas, […] sino en el Dios vivo…”
Una familia que vivía en Kenia,
en la década de 1980, llevaba en su auto a una joven desde Nairobi hasta un
lugar cerca del Lago Victoria, donde vivían sus padres. En el camino, pararon
en la ciudad de Kisumu para dejar el equipaje en un hotel donde se alojarían
después de llevarla hasta su casa. Cuando esta joven vio la habitación que la
familia consideraba de un tamaño normal con dos camas, dijo: «¿Todo este
espacio solo para cinco personas?». Lo que para la familia era común y
corriente, para ella, era un lujo. Las riquezas son relativas, y los que viven
en países prósperos tienden a quejarse de un estilo de vida que otros
adoptarían con suma alegría.
Entre los seguidores de Cristo en
Éfeso, algunos tenían más dinero que otros. Pablo le escribió a Timoteo, el pastor
de esa congregación: «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni
pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos» (1
Timoteo 6:17). Pablo los instó a ser «ricos en buenas obras, dadivosos,
generosos» (v. 18).
Nuestra tendencia natural es
aferrarnos a lo que tenemos en vez de dar generosamente a quienes necesitan. El
desafío de las riquezas es vivir con un corazón agradecido a Dios y con manos
abiertas a los demás.
Vivimos
por lo que ganamos, y disfrutamos de la vida por lo que damos.
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LEA: 1 Timoteo 6:6-10, 17-19
Biblia en un año: 1 Corintios 1–4
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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