viernes, 30 de noviembre de 2012

CÓMO CONQUISTAR EL TEMOR



Salmo 27:1-3
"Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado".

¿Hay un temor específico que parece surgir una y otra vez en tu vida? ¿Temes no poder pagar tus deudas? ¿Tienes miedo a la soledad? ¿Estás con temor de sufrir o de morir? ¿Sientes miedo de perder a un ser querido? Todas estas cosas son preocupaciones legítimas, pero todas ellas deberían caer en la categoría de "cosas bajo el control de Dios". Muchas veces, el rey David se encontró frente a situaciones que no sólo le provocaban temor sino que fueron peligrosas para su vida. Sin embargo, en el pasaje bíblico de hoy encontramos a David declarando con absoluta seguridad y confianza: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?”

Y aunque nuestro temor a la muerte, a la enfermedad, a estar solos, a los problemas financieros o al terrorismo es legítimo, Dios desea que sepamos que él es mayor que todas esas cosas. Él quiere que desaparezca todo nerviosismo ante aquello que nos atemoriza, y nos exhorta a encontrar paz y tranquilidad depositando nuestras vidas en sus mano, porque: "no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio". Por lo tanto debemos rechazar ese espíritu de temor, y tener fe de que el control de nuestras vidas pertenece al Espíritu Santo, quien trae paz y seguridad a nosotros. Dios nos dice con toda claridad en su Palabra que él está con nosotros siempre, cada día de nuestras vidas. Al encomendarle la misión de reemplazar a Moisés como líder del pueblo de Israel, Dios le dijo a Josué: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5). La Biblia nos cuenta que, en efecto, Dios siempre fiel a su palabra, estuvo con Josué y le dio la victoria en situaciones sumamente difíciles. Y aquel pueblo tomó posesión de la tierra que el Señor había prometido a sus antepasados.

En Marcos 6:45-51, la Biblia nos narra acerca de una ocasión en la que los discípulos de Jesús se encontraban en medio del mar de Galilea, azotados por una fuerte tormenta que amenazaba con hundir su barca. Los discípulos llevaban horas remando, luchando contra los fuertes vientos y las enormes olas, pero la barca no avanzaba, sino más bien retrocedía, porque el viento era contrario. En ese momento se les acercó Jesús, caminando sobre el mar, y les dijo: “¡Confiad; yo soy, no temáis!” Cuando ellos hicieron un alto para escuchar al Señor, y confiaron en él, dice la Biblia que Jesús subió a la barca y “se calmó el viento” (v.51). La falta de fe resulta en temor; por el contrario cuando confiamos plenamente en que Dios cuida de nosotros, el temor desaparece.

Hebreos 13:5 nos recuerda la promesa de Dios a Josué: “No te desampararé, ni te dejaré” Y seguidamente declara: “De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”. Esto debe ser suficiente para calmar nuestros temores, pero tenemos que creerlo, tenemos que confiar en esta promesa de nuestro Señor.

Si estás pasando por momentos de temor en tu vida, sigue el ejemplo de David, el cual declaró en el pasaje de hoy: “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado”. Arrodíllate a orar y entrega tu situación, por difícil que esta sea, en manos de Dios, pídele que aumente tu fe y verás como su paz, que sobrepasa todo entendimiento, te inundará y todo vestigio de temor desaparecerá.

ORACIÓN:
Bendito Padre celestial, en este día quiero entregar a ti todo aquello que me causa temor e inseguridad. Confieso por fe que tú estás en control de todo y que no temeré a nada ni a nadie, pues tú estás conmigo y estarás siempre conmigo hasta el fin del mundo. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

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