“Entonces Pablo, levantándose,
hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis
a Dios, oíd: El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y
enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo
levantado los sacó de ella. Y por un tiempo como de cuarenta años los soportó
en el desierto; y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les
dio en herencia su territorio. Después, como por cuatrocientos cincuenta años,
les dio jueces hasta el profeta Samuel. Luego pidieron rey, y Dios les dio a
Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado
éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He
hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo
que yo quiero”.
El rey David cometió varios
errores graves en su vida. Pero fue llamado un varón conforme al corazón de
Dios, y fue utilizado poderosamente por Él para liderar a los israelitas. Lo
que distinguía a David era la prioridad que daba a su relación con Dios.
David se deleitaba en conocer al
Señor, y lo buscaba fervientemente. Al escribir: “Mi alma tiene sed de ti, mi
carne te anhela, en tierra seca y árida”, declaraba que la misericordia de Dios
era mejor que la vida, y prometía alabarle durante toda su existencia (Salmo 63:1,
3, 4).
David veía al mundo desde una
perspectiva centrada en Dios. Se maravillaba del poder creador del Señor en el
mundo, confiaba en su protección y fortaleza, y proclamaba su fidelidad en sus
escritos. También oraba fervorosamente y con frecuencia, haciendo peticiones en
la mañana, esperando con ansiedad una respuesta. En las noches seguía buscando
a Dios (Salmo 63:6).
Ambas acciones —orar y meditar en
el carácter de Dios— alimentaban su confianza en el Señor. Su fe lo sostuvo a
lo largo de su vida: como pastor de ovejas, protegiéndolo de los ataques de
animales salvajes; como joven, derrotando al gigante Goliat; y como el líder
ungido de la nación, librándole de los planes sanguinarios del rey Saúl.
Cualquiera que fueran las circunstancias, buscaba al Señor y le daba prioridad
a la relación que había entre ellos.
Los salmos recogen el deseo de
David de conocer a Dios y de ser conocido por Él. Buscaba guía del Señor
mediante la oración, y tenía un corazón para Él. El Señor Jesús nos invita a
acercarnos y a dedicar tiempo para aprender de Él (Mt 11:28, 29).
¿Es el seguir a Cristo la
prioridad de su vida?
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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