“Y para que la grandeza de las
revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne,
un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto
a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho:
Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto,
de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí
el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades,
en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte”.
Una de las razones por la que
Dios permite la adversidad en nuestras vidas es para vencer nuestro orgullo.
Pablo experimentó esta clase de intervención divina por la presencia de lo que
él llamo “un aguijón en mi carne” (2 Corintios 12:7). El Señor utilizó el dolor
en la vida de Pablo para preservar su utilidad como siervo de Cristo.
Usualmente no entendemos lo que
está en juego cuando dejamos que el orgullo eche raíces en nosotros. Eso afecta
la manera como Dios se relaciona con nosotros, porque Él “resiste a los soberbios,
y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Si el cristiano deja que el orgullo
se arraigue y crezca, el Señor le pondrá en un rincón sin llegar a percatarse
de todo lo que Dios quiso hacer en y por medio de él. En esencia,
desaprovechará su llamamiento y se volverá inútil para el reino. Y aunque el
mundo lo siga viendo como un triunfador, a los ojos de Dios su ministerio
carecerá de valor porque lo realizará motivado por sus propios intereses y con
sus propias capacidades.
¿Puede usted ver cuánto estuvo en
juego para Pablo, y para los creyentes a lo largo de la historia? El apóstol
fue el instrumento escogido por Dios para formar iglesias y escribir epístolas
que se convertirían en una parte significativa del Nuevo Testamento. Cuando
entendió la razón para su “aguijón”, reaccionó con absoluta confianza y
gratitud por la protección del Señor.
A cada uno de nosotros se nos ha
dado oportunidades para servir y áreas de influencia, pero el orgullo
obstaculiza el propósito del Señor para nuestras vidas. Si llegan problemas,
pruebas y aflicción a su vida, humíllese de inmediato para que Él pueda usarle
poderosamente.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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