“Porque mis pensamientos no son
vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son
más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros
caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.
Cuando la aflicción golpea
duramente, es posible caer en un abismo de desánimo y desesperación. Pero,
aunque podamos considerar las dificultades como derrotas, el Señor las ve como
oportunidades para hacer grandes avances. Su propósito al permitirlas no es
destruirnos, sino estimular nuestro crecimiento espiritual. En su gran
sabiduría, Dios sabe cómo tomar una situación terrible y utilizarla para
transformarnos a imagen de Cristo.
Toda aflicción que viene a nuestras
vidas pasa primero por la voluntad permisiva de Dios. Eso no significa que la
dificultad es su voluntad perfecta, pero sí que Él ha permitido la prueba para
poder llevar a cabo sus maravillosos propósitos para nuestras vidas. Aunque
parte del sufrimiento que vemos y experimentamos parece incomprensible, o a
todas luces injusto, tenemos que reconocer que nuestra perspectiva es muy
limitada, y no siempre somos capaces de entender lo que hace el Señor.
Nuestro Padre celestial ve todos
los aspectos de la vida, pero nuestra visión está restringida a lo que es correcto
delante de nosotros. Los planes de Dios te incluyen tanto a ti, como al resto
de la creación, y ellos van desde el comienzo del tiempo hasta la eternidad
futura. Aunque nosotros nunca comprenderemos la mente infinita de Dios, sí
podemos conocer su fidelidad y su amor.
Cuando no puedas entender la
razón de tu aflicción, reflexiona acerca del conocimiento, la sabiduría y el
poder de Dios. Recuerda que Él ve todo el panorama, y que te ama más de lo que tu te puedas imaginar. Es una oportunidad para andar
por fe, pues el conocimiento perfecto solamente lo tiene Dios.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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