Éxodo 3:10-17
“Ven, por tanto, ahora, y te
enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque
de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo;
y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto
al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. Dijo Moisés a Dios: He aquí que
llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me
preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a
Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me
envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel:
Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de
Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me
recordará por todos los siglos. Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles:
Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me
apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en
Egipto; y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del
cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una
tierra que fluye leche y miel”.
Dios llamó a Moisés a hacer un
gran trabajo que bendeciría a los israelitas. La respuesta de Moisés a esta
maravillosa invitación fue presentar excusas de por qué no podía obedecer. Esta
actitud, que yo llamo “obstáculos a la fe”, puede inutilizarnos
espiritualmente.
En la vida de Moisés vemos
aspectos de debilidad que pueden crear esos obstáculos:
Una imagen de sí mismo
deficiente. Cuando Dios le ordenó que fuera a Faraón y sacara al pueblo de
Egipto, la respuesta inmediata de Moisés fue: “¿Quién soy yo”? Quizás estaba
pensando en su ocupación como un insignificante pastor de ovejas que vivía en
Madián. Quizás se estaba refiriendo a su linaje; era parte de la raza hebrea
que estaba esclavizada en Egipto. O pudo haber estado recordando su pasado,
cuando le quitó la vida a un egipcio y tuvo que huir de Egipto (Éxodo 2:12). El
Señor respondió a su objeción con una promesa maravillosa: “Yo estaré contigo”
(3:12).
Ignorancia. Para llevar a cabo el
plan de Dios, necesitamos creer del todo en Aquel que nos ha llamado. Cuando
Moisés cuestionó de nuevo su misión, el Señor le respondió revelándose a sí
mismo como el gran YO SOY y Aquel que había prometido libertar a los israelitas
(vv. 14-17). Al confiar en el carácter y las promesas del Dios todopoderoso,
Moisés podría llevar a cabo esta tarea aparentemente imposible.
Los obstáculos a la fe impiden el
derramamiento del poder divino en nuestra vida, frenan nuestro desarrollo
espiritual y nos impiden llevar a cabo la voluntad de Dios. Debemos recordar
que Dios es soberano sobre todo, y por tanto somos nuevas criaturas en Cristo,
y su Espíritu nos inviste de poder.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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