Salmo 25:3-5
“Ciertamente ninguno de cuantos esperan
en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu
verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado
todo el día”.
Esperar el tiempo de Dios no es
algo pasivo ni ocioso; supone disciplina y compromiso. Hay cuatro requisitos
básicos para la espera exitosa:
Fe.
Los caminos y el tiempo del Señor
no son como los nuestros (Isaías 55:8-9). Desde un punto de vista humano, Él
usualmente hace las cosas de una manera totalmente diferente de lo que
esperamos. Pero a medida que confiemos más en Él, descubriremos que su forma de
actuar no es tan extraña después de todo. Y cuando vivimos en armonía con su
voluntad, su tiempo comienza a tener sentido.
Humildad.
Para esperar en el Señor, hay que
estar convencidos de nuestra necesidad de Él. El sometimiento a su divina
voluntad exige humildad; usted no puede seguir adelante con sus propios planes,
y al mismo tiempo entregarse completamente a Dios.
Paciencia.
¿Tiene usted la disposición de
mantenerse en su situación actual, hasta que reciba una clara dirección divina?
Hacer una pausa para recibir claridad de Dios es una decisión deliberada que
requiere paciencia.
Valor.
Para esperar en Dios se necesita
valor, y especialmente cuando hay presión para actuar. Si se descuida, usted
podría dejar de escuchar al Señor y seguir los consejos de otros. Por eso,
mantenga su oído en sintonía con la voz del Todopoderoso, y no se equivocará.
Esperar en el Señor es una de las
decisiones más sabias e importantes de la vida. Y, contrariamente a la creencia
popular, es una tarea que requiere fe, humildad, paciencia y valor. Cuando uno
confía en Dios y espera su tiempo perfecto, todos los aspectos de la vida se
arreglan.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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