La
Coherencia
• Cristo padeció
por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas. –
1 Pedro 2:21.
• Mirad, pues, con
diligencia cómo andéis. –
Efesios 5:15.
Se dice que cierto
día un oficial de Alejandro Magno (356-323 a. C.) compareció ante él por
insubordinación y mal comportamiento. El general le preguntó su nombre: –Me
llamo igual que usted, mi general, me llamo Alejandro. –¿Alejandro? ¡O cambias
de nombre o cambias de comportamiento!
Esta anécdota, ya
sea verídica o no, debería hablarle a cada uno de los que llevan el nombre de
cristiano, es decir, de “Cristo”. Para ser un cristiano basta con aceptar la
salvación que Dios ofrece gratuitamente a todo aquel que cree en su Hijo
Jesucristo, quien “fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para
nuestra justificación” (Romanos 4:25).
¡Pero quizás el
nombre de cristiano sea más difícil de llevar de lo que pensamos! El discípulo
de Jesucristo, al llevar su nombre, tiene la responsabilidad de representarlo,
de seguir ese modelo perfecto que “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).
Los primeros
creyentes tenían celo, amor por su Maestro. Eran fieles en sus deberes y se
sometían a la Palabra de Dios.
Si soy cristiano,
no puedo cambiar de nombre, pues estoy unido a Cristo por toda la eternidad.
Pero mi comportamiento y mi conducta deben ser coherentes para no deshonrar ese
glorioso nombre.
Gracia y Paz
La Buena Semilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario