El cristiano y la televisión
Filipenses 4:8
“Por lo demás, hermanos, todo
lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad”.
La televisión es uno de los
instrumentos de entretenimiento más utilizados hoy en día. Esto también incluye
a los creyentes.
La Biblia, al igual que en
muchos otros temas, no habla específicamente de la misma, pero si contiene
consejos y mandamientos aplicables.
¿Cuál es el lugar de la
televisión en la vida del joven creyente?
Un texto muy utilizado que
describe muy bien esta relación es 1 Corintios 10:23: "Todo me es lícito,
pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica."
Definición de lícito: justo, de acuerdo a la ley. Es decir, puede no ser malo o en contra de la ley de Dios, pero tampoco conveniente. ¿Cómo saber si la televisión conviene o edifica? Muchos programas nos darán una respuesta automática: ni convienen ni edifican. Pero otros...
Hagamos una relación de costo/beneficio. Es decir, qué cuesta y qué
ofrece. Cuando miramos televisión perdemos:
> Tiempo: en muchos casos
es la actividad que más tiempo consume después del sueño, la comida y el
trabajo o la escuela. ¿Qué dice Dios? Efesios 5:15-17: “Mirad, pues, con
diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el
tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino
entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. El tiempo que pasamos viendo
televisión muchas veces podría ser empleado en actividades mucho más
productivas. "Entendidos de cuál sea la voluntad del Señor".
> Oportunidades: Muchas
veces hemos perdido oportunidades de estar con otros hermanos, de visitarlos,
de charlar, de leer, por tener el deseo de mirar algún programa de televisión.
También tiene que ver con el buen aprovechamiento del tiempo, pero merece una
mención especial.
Cuando miramos televisión ganamos:
> ¿Ganamos algo? A veces podemos enterarnos de las noticias que pueden importarnos, puede servir como tiempo de esparcimiento o diversión, pero en general es poco lo que ganamos en el aspecto espiritual. Salmo 119:37: “Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino”. Lo vano es lo vacío, lo que no deja nada. El salmista hacía una oración para que Dios aparte sus ojos de la vanidad. ¿Nosotros no podríamos hacer la misma oración con respecto a la televisión?
Haciendo una evaluación general, podríamos decir que aquellos programas lícitos no aportan gran cosa a nuestra edificación.
Pero debemos cuidarnos de aquellos programas que no son lícitos. 1 Juan 2:15-17: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Muchos programas estimulan "los deseos de la carne", "los deseos de los ojos" y "la vanagloria de la vida".
1 Corintios 10:12 “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.
¿Qué pensamientos quedan
flotando en nuestra mente luego de mirar un programa de televisión? ¿Concuerdan
con lo que dice Pablo en Filipenses 4:8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que
es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,
en esto pensad”? Si la respuesta es NO, mejor sería no haberlo mirado.
1 Tesalonicenses 5:21
"Examinadlo todo, retened lo bueno" No es una exhortación a mirar
todo lo que pasan en la televisión, sino apuntando a la segunda parte del
versículo: Retened lo bueno. ¿Acaso muchas veces no retenemos lo que vemos en
la televisión, y no siempre es bueno?
Sabemos que entre decir lo que
hay que hacer y hacerlo hay bastante diferencia. Ahora que conocemos qué
debemos hacer, ¿cómo hacerlo?
Romanos 12:1-2 “Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta”. No conformarnos a este mundo (no tomar
la forma del mundo) sino renovar nuestro entendimiento (permitir que Cristo
crezca en nosotros).
Salmo 119:37 "Aparta mis
ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino."
“Gracia, Misericordia y Paz”
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