Mateo 11:28-30
“Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”
Si Cristo no hubiera llevado
nuestra carga, todos estaríamos perdidos y yendo a la separación eterna de
Dios. Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo en la cruz para que podamos vivir
a la justicia (1 Pedro 2:24). Él dice a los cansados y oprimidos: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Porque nuestra salvación es el resultado de llevar Jesús la carga del pecado,
Él es el modelo perfecto.
Dios nos predestinó para que
fuéramos hechos conformes a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Sufrir al lado
de otros mientras soportan las duras experiencias de la vida, está en nuestro
ADN espiritual. Es parte de ser hijos de Dios. El distintivo del cristiano es
el amor, y esto debe ser evidente en la manera como tratamos a los demás.
Pero llevar las cargas de otros
es difícil, sobre todo cuando tenemos las nuestras. No obstante, no debemos
esperar hasta que todos nuestros problemas estén resueltos, para decidirnos a
imitar la obra de Cristo. El apóstol Pablo, que enfrentaba obstáculos
constantemente, nunca dejó de servir a los demás. Él dijo: “Mi Dios, pues,
suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”
(Filipenses 4:19). Eso significa que podemos compartir la carga de otra
persona, aun cuando tengamos la nuestra. La gracia de Dios es suficiente para
ambos.
Dios nunca está demasiado ocupado
para no ocuparse de nuestras preocupaciones. Creyentes en todo el mundo están
sufriendo mucho hoy, y por tanto, el Señor sabe cómo puede utilizarle a usted
como un bálsamo cicatrizante, para que otra persona sea libre de sus cargas.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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