Juan 10:4
“Y cuando ha sacado fuera todas
las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz”.
No sé si esto sucede en todos los
matrimonios, pero, por alguna razón, yo tiendo a desconectarme de todo lo que
me rodea y a concentrarme en mis propios pensamientos. Esto es especialmente
frustrante para mi esposa Martie cuando está hablándome de algo importante.
Cuando nota la mirada perdida en mis ojos, suele decir: «¿Escuchaste algo de lo
que dije?».
Escuchar es una parte importante
de cualquier relación interpersonal; en especial, en nuestra relación con
Cristo. Si somos de Él, tenemos el privilegio de comunicarnos por medio de su
Palabra y por la obra del Espíritu Santo en nuestro corazón. Sabemos que
estamos prestándole atención al verdadero Pastor cuando su voz nos guía a la
justicia, el amor y la gracia, y a todo lo coherente con su carácter y
voluntad. Tal como Jesús lo manifestó cuando se identificó como el «buen
pastor», en Juan 10, aquellos que lo escuchan diligentemente se convierten en
sus seguidores consagrados (v. 4) y son transformados a su semejanza.
Así como el escuchar atentamente
a tu cónyuge o a un amigo le transmite reconocimiento y aprecio, prestar suma
atención a la voz de Cristo es una manera de reafirmar cuán importante es Él en
tu vida. Por lo tanto, dejemos de lado las distracciones de la vida,
sintonicemos su voz y oremos pidiendo gracia para hacer lo que nos dice.
Escuchar a Jesús es el primer
paso para poder seguirlo.
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LEA: Juan 10:1-10
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Biblia en un año: Ezequiel 8–11
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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