No es suficiente reconocer que hay que hacer cambios en
nuestras vidas. Es imprescindible creer que la gracia de Dios, a través del
sacrificio de su Hijo, es lo único que puede salvarnos de la condenación
eterna. Romanos 10:9 dice que “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.
Aceptar a Jesucristo como salvador es el primer paso en nuestro camino al
cielo, pero no debemos olvidar que se
requieren cambios profundos en nuestros corazones y en nuestras mentes que nos
muevan a actuar de manera que nuestro testimonio glorifique el nombre de Dios.
Con este fin el Espíritu Santo viene a morar en nuestros corazones. Nuestra
parte consiste en alimentar nuestro espíritu por medio de la oración y estudio
de la Palabra de Dios diariamente. Así creceremos en el aspecto espiritual
hasta que lleguemos “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, como
dice Efesios 11:13.
ORACIÓN:
Amoroso Padre celestial, te doy gracias por el inmenso
sacrificio de tu amado Hijo; y aunque soy inmerecedor de tan grande redención, te
ruego me ayudes a entender tu infinita gracia y a rendirme a la acción
transformadora de tu Santo Espíritu. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
No hay comentarios:
Publicar un comentario