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lunes, 30 de junio de 2014

¿CREES QUE TUS ORACIONES SERÁN CONTESTADAS?



¿CREES QUE TUS ORACIONES SERÁN CONTESTADAS?

Juan 16:23-27
“En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios”.

Al haber aceptado a Jesucristo como nuestro Salvador hemos sido “justificados” y también reconciliados con Dios, dice Romanos 5:1. Nuestra unión con Cristo por medio de su sangre derramada hizo posible que ahora tengamos una relación de intimidad con Dios Padre. Este es el resultado fundamental de nuestra salvación. Pero hay otros aspectos muy importantes que se derivan de este extraordinario evento en nuestras vidas:

Acceso: La Biblia nos asegura que podemos llegarnos ante el trono de la gracia de Dios con toda confianza. Hebreos 4:16 dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. La razón es que la muerte y resurrección de Cristo eliminó la culpa que pesaba sobre nosotros, perdonando nuestros pecados y derribando las barreras que nos impedían el acceso a Dios el Padre.

Autoridad: Por la obra de la sangre de Jesús derramada en la cruz del Calvario, los creyentes hemos pasado de la esclavitud del pecado a la condición de hijos de Dios, lo cual nos hace sus herederos. Dice Gálatas 4:7: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. Como tales, hemos recibido su autoridad y tenemos el derecho de orar en el nombre de Jesús, el cual está a la diestra del Padre e intercede por nosotros (Romanos 8:34).

Acuerdo: Para orar en el nombre de Jesús, no solamente debemos tener su autorización, sino que también debemos estar de acuerdo con él. Si pedimos algo que está fuera de la voluntad de Dios, podemos tener la seguridad de que no vamos a recibirlo. Nuestra petición debe reflejar el carácter de Jesucristo y la sustancia de sus palabras. Así lo afirmó Jesús en Juan 15:7: “Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho”. Cuando permanecemos en la palabra de Dios y pedimos conforme a su voluntad, debemos tener la absoluta seguridad de que nuestra oración será escuchada y contestada. Sobre esta base, en el pasaje de hoy, Jesús nos garantiza que “todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”.

Entonces, ¿podemos estar seguros de que Dios contestará todas las oraciones que elevemos a él en el nombre de Jesús? En primer lugar debemos tener en cuenta que nuestro Padre celestial no va a darnos algo que pueda traer desgracia a nuestras vidas, de la misma manera que un padre terrenal que ama a su niño no le va a dar un filoso cuchillo o cualquier otra arma peligrosa aunque el pequeño la pidiere. En esencia, cuando pedimos algo en el nombre de Jesús, estamos diciendo que nosotros creemos que el propio Jesús pediría lo mismo si se encontrara en nuestra situación.

Una vez entendemos todo esto, y lo creemos de corazón podemos esperar confiadamente la respuesta de Dios a nuestras oraciones conforme a sus planes para nuestras vidas, los cuales son “planes de bienestar” (Jeremías 29:11), de acuerdo a su voluntad que es “agradable y perfecta” (Romanos 12:2), y en el tiempo que él estime conveniente. David escribió en el Salmo 37:7: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él”. Cuando seguimos las instrucciones del Señor y esperamos en él confiadamente, recibiremos mucho más de lo que esperamos porque él “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”, dice Efesios 3:20.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, gracias por Jesucristo, por la salvación que nos has dado a través de él y por la seguridad que tenemos de que podemos acercarnos a ti en cualquier momento con nuestras necesidades, sabiendo que tú las suplirás conforme a tu voluntad. Por favor, ayúdame a permanecer en tu palabra y a obedecerla como lo hizo Jesús. En su santo nombre te lo pido, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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