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domingo, 3 de marzo de 2013

JUSTIFICACIÓN VERDADERA



Romanos 3:23-26
“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”.

La muerte de Jesús fue fundamental para el plan de salvación de Dios. La Biblia nos dice que el Hijo del Hombre tuvo que ser levantado en una cruz, para que todos los que pongan su fe en Él como su Salvador personal, puedan ser salvos (Juan 3:14, 16) La cruz fue esencial para que fuéramos redimidos y tuviéramos una relación personal con Él por toda la eternidad.

Cada uno de nosotros ha violado la ley de Dios, y la justicia exige que suframos el castigo. Cuando trabajamos para el Señor y le servimos fielmente, queremos que Él sea justo recompensándonos. Pero ¿qué pasa cuando pecamos contra Él? Tenemos una deuda de pecado que hay que pagar, y porque Dios es perfecto y justo, Él no puede simplemente pasar por alto las transgresiones —hay que hacer expiación por ellas.

Para que podamos tener una relación personal con Dios, tiene que haber una manera para que el hombre, imperfecto y manchado por el pecado, pueda acercarse al Creador santo, perfecto. Por eso, el Padre celestial proveyó un sustituto: ­a su Hijo Jesucristo­ quien tomó sobre sí mismo nuestro castigo. Si aceptamos ese pago hecho a nuestro favor, Dios nos declara inocentes, reconciliándonos así con Él, para que podamos disfrutar de una relación correcta con el Señor para siempre (Romanos 8:6, 10). No hay justificación aparte de la sangre de Jesucristo.

Ser justificado significa ser declarado “no más culpable”. Con su muerte en la cruz, Jesús pagó el precio por nuestra reconciliación. Por medio de su sangre, ahora somos santificados. Si aceptamos este regalo, disfrutaremos de la comunión con el Todopoderoso, ahora y por la eternidad.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿ESTÁS PECANDO CONCIENTEMENTE?



Lucas 12:42-48
“Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”.

Todo padre o madre que ha criado hijos entiende que enseñar disciplina y obediencia a los niños es una difícil y constante batalla. Sabemos que nuestros hijos o nietos prueban nuestras reglas, y con frecuencia nos desafían. Ellos saben que no deben mirar ciertos programas de televisión, ni quedarse despiertos hasta muy tarde, ni usar un tono de voz irrespetuoso, ni pelear con sus hermanos, ni decir mentiras. Pero lo hacen. Muchas veces nosotros actuamos de igual manera con nuestro Padre celestial. Sabemos lo que es bueno y lo que es malo. Hemos leído la Biblia. Hemos sentido en nuestro corazón la convicción del Espíritu Santo. Sabemos que “eso” está mal, y por lo tanto no debemos hacerlo. Pero lo hacemos. Así actuaron Adán y Eva en el paraíso. ¿Acaso no sabían ellos que no debían comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal? Claro que lo sabían. Pero lo hicieron.

El rey David sabía que no debía desear una mujer casada, mucho menos cometer adulterio al acostarse con ella. Pero lo hizo. Aun más, él sabia perfectamente que matar es pecado, pero cometió homicidio con el esposo de esa mujer. Tiempo después, David fue confrontado por el profeta Natán. Entonces reconoció su pecado y se arrepintió de todo corazón. Fiel a su palabra, Dios lo perdonó, pero David tuvo que pagar las consecuencias de su caída, pues el hijo producto de su adulterio enfermó gravemente, y a los siete días murió (2 Samuel 12:14).

Una cosa está clara en la Biblia: todo pecado tiene malas consecuencias. El pasaje de hoy nos dice que “aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes”. Adán y Eva pecaron concientemente, y fueron echados del huerto del Edén, y se perdieron todas las bendiciones que recibían diariamente de Dios. De igual manera David, además de sufrir por la muerte de su hijo, se perdió bendiciones que Dios tenía preparadas para él. Natán le enumeró a David todo lo que el Señor le había dado, y entonces le dice: “Y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más” (2 Samuel 12:8). ¡Dios tenía planeado bendecirle mucho más! Seguidamente el profeta le ratifica a David la causa de sus desdichas: “¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?”

El pasaje de hoy dice también que “el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco”. Aquel que sin conocer la voluntad de Dios comete pecado, también recibirá castigo aunque menor. Es decir, no hay excusas para el que peca. De una manera u otra el pecado nos aleja de Dios y sus bendiciones. Conocer la voluntad de Dios debe ser una prioridad en todo creyente que desea agradar a su Padre celestial. Esto sólo se consigue por medio de la lectura de la Biblia diariamente. Y una vez conocemos su voluntad debemos orar pidiendo las fuerzas para llevarla a cabo en nuestro diario vivir.

En algún momento nuestra naturaleza humana nos hará caer en pecado. Pero la Biblia dice que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Y Dios cumple su promesa cuando nos arrepentimos de todo corazón. Hagamos todo lo posible por ser como “aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”. Entonces disfrutaremos de muchas bendiciones.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me capacites para conocer tu voluntad y ayúdame a llevarla a cabo cada día de mi vida. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

¿PUEDES TÚ AMAR COMO DIOS TE AMA?



Tito 3:4-7
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”.

¿Cómo y cuándo se manifestó la bondad y el amor de Dios? Cuando envió a su hijo Jesucristo para que muriese en la cruz en lugar de cada uno de nosotros. Y ese amor de Dios manifestado en la entrega de su único hijo por la redención de cada uno de nosotros, es tan infinito, tan imposible de describir con palabras, que el apóstol Juan simplemente pudo escribir: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). ¿Cómo describir el amor de un padre que sacrifica a su único hijo por salvar a aquellos que lo rechazaron desde un principio?

Y de esta manera Dios nos exhorta a amar a los demás. En el Sermón del Monte, Jesús dice a sus discípulos: “Oísteis que fué dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:43-44). Es muy fácil que amemos a nuestros hijos, o a los que han sido buenos con nosotros. Pero, ¿amar a los que nos han herido? Jesús nos exhorta a amar de esta manera porque primero él dio el ejemplo. En los momentos más difíciles y dolorosos de su vida, mientras sufría el indescriptible dolor de la crucifixión, Jesús clamó al cielo, diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Este es el verdadero amor, aquel que hace que nos olvidemos de nosotros mismos y pensemos primero en los demás.

Ahora bien, el verdadero amor no se limita a expresarlo con palabras solamente, sino que implica acción. Debemos amar como amó el buen samaritano (Lucas 10:25-37), que es el amor en acción elevado a su máxima potencia. Es un amor que abarca a todos, al cónyuge, a los hijos, vecinos, compañeros de trabajo. Incluye a quienes resulta fácil amar y a quienes resulta difícil amar. Y alcanza aún a las personas que nos han ofendido, que nos han herido, que nos han calumniado, que nos han hecho daño de cualquier forma imaginable. Si queremos ser como Jesús, debemos amar como él amó. Jesús miró a las multitudes y se compadeció, y sintió amor por cada uno. Su amor abarcó al mundo entero, a toda la raza humana, desde el comienzo de los tiempos hasta el final de los mismos. Su amor no conoció ni términos ni límites y nadie fue excluido. Del más bajo pordiosero al más encumbrado monarca, desde el más despiadado pecador hasta el más puro santo, su amor los incluyó a todos en un gran abrazo.

La Biblia nos habla de un hombre de mucha fe llamado Esteban el cual, siendo apedreado por una turba de judíos enfurecidos, en medio del terrible dolor de las pedradas, “lleno del Espíritu Santo”, de rodillas, muriendo, clamó a gran voz diciendo: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:54-60). Palabras similares a las expresadas por Jesús en la cruz del Calvario. ¿Cómo es posible sentir tanto amor como para desearles el bien a aquellos que nos están causando dolor? Solamente el Espíritu de Dios obrando en nuestras vidas puede producir semejante fruto.

Llegar a amar a alguien como Dios nos ama, sobretodo si nos ha herido, es imposible para nosotros, pues nuestra miserable y egoísta naturaleza carnal nos lo impide. Pero si nos hacemos el propósito de obedecer a Dios, y amarlo y servirle como nos dice su palabra, entonces el Espíritu Santo producirá en nosotros su fruto, y seremos capaces de amar más allá de nuestras fuerzas. Para ello es necesario que busquemos el rostro del Señor en oración cada día de nuestras vidas, y leamos su Palabra y meditemos en ella, y la apliquemos a nuestras vidas.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, reconozco que por mis propias fuerzas nunca podré amar a los demás como tú deseas que los ame. Lléname de tu Santo Espíritu, y que en mí se manifieste su fruto para que yo pueda amar aún a aquellos que me han herido u ofendido. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

“BIEN, BUEN SIERVO Y FIEL; ENTRA EN EL GOZO DE TU SEÑOR”



Marcos 8:36
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?”

A veces cuando un hombre rico se muere, la gente se hace la pregunta: ¿Qué tanto dejo? ¿Medio millón? ¿cinco millones?, Etc. Y la respuesta absoluta es: “LO DEJO TODO.’’ Y así es. ¿Qué tanto vamos a dejar tu y yo cuando dejemos esta vida? Tenemos unos pocos años en este mundo y luchamos, sudamos, planeamos en tener dinero y placeres y luego… Nos vamos. ¿Pero a dónde? ¿Y qué tanto vamos a dejar? ¿Y qué es el provecho de todo nuestro sudor, trabajo, y preocupaciones? Ahora tenemos que presentarnos ante el trono de Dios y darle cuenta de cómo gastamos nuestra vida y tiempo en la tierra. No importa si fuéramos ricos, o pobres, si teníamos la fama, los placeres, etc. Lo único que importará en ese evento es ¿que hicimos con la vida? y ¿si tuvimos a Cristo como nuestro Señor y Salvador? Porque ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?

Recibe a Cristo, vive por él y para él y para el día del juicio puedes anticipar estas palabras: “Bien, buen siervo y fiel; entra en el gozo de tu señor.”

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

CONOCIENDO AL PADRE



Job 22:21
"Amístate ahora con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien".

Cuando no conocemos a una persona tenemos una opinión, y después de conocerla tenemos otra opinión. Así es con los que no conocen a Dios. Algunos creen que Él no es razonable. Él dice, “Ven, déjanos razonar” (Isaías 1:18). Algunos creen que Dios demanda demasiado.

¿Qué pide Jehová Dios de ti?: “…solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8). Que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma”. Algunos creen que Él esta ansioso por castigarnos. “Dios guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” (Éxodo 34:7). Algunos creen que nunca los castigara. “de ningún modo tendrá por inocente al malvado” (Éxodo 34:7). Pero en realidad, ¿cómo es Dios? Para contestar eso, solo tienes que mirar a Jesús. Él dice, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Tienes que llegar al Padre por medio de Jesús. Cuando te arrepientes de tus pecados y recibes a Cristo como tu Señor y Salvador, entonces también vas a conocer al Padre.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día