Salmo 14:1
“Dice el necio en su corazón: No hay Dios”.
Salmo 95:3, 5-7
“El Señor es Dios grande… Suyo también el mar, pues él lo hizo…
Arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios”.
La cuestión de la existencia de Dios preocupa a todo el mundo. Hombres
célebres escribieron sobre este tema. Voltaire, por ejemplo, reconoció: «El
Universo me molesta, y no puedo concebir que este reloj exista sin que exista
su relojero». Isaac Newton escribió: «La maravillosa construcción del Universo
con su incomparable armonía sólo pudo hacerse según los planes de un ser
omnisciente y todopoderoso».
Estos dos personajes parten de la misma constatación, es decir, que el
Universo está tan bien hecho que no puede ser fruto del azar. Pero si Newton
acepta la conclusión lógica que se impone, Voltaire, por el contrario, se queda
en las preguntas; y eso que intelectualmente es más difícil negar la existencia
de un Creador supremo que aceptarla. Esto fue lo que quiso decir el autor
cristiano Ralph Shallis en su libro en francés: «Hay que tener mucha fe para
ser ateo». En realidad es una broma, pues la facilidad con la que el ateo
acepta algo imposible: «Que este reloj exista y que no tenga relojero» no es
tener fe. Eso demuestra una credulidad incompatible con la inteligencia. La fe
del que cree en Dios descansa en hechos palpables y le pone en relación con
aquel que le habla.
“Gracia y Paz”
No hay comentarios:
Publicar un comentario