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jueves, 11 de julio de 2013

¿CONFÍAS TÚ EN EL PODER DE DIOS?



Judas 24, 25
"Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén".

Todo ser humano nos enfrentamos al fracaso en algún momento de nuestras vidas. No nos gusta esta realidad, pero lo cierto es que muchas veces, no importa cuánto nos esforcemos o cuan inteligentes seamos, simplemente no tenemos éxito o no alcanzamos nuestro objetivo. ¿Cómo podemos tener la seguridad de que vamos a triunfar aún cuando las circunstancias estén contra nosotros? Para quienes hemos confiado nuestra vida a Jesucristo, la respuesta es vivir una vida de íntima comunión con él, llegando a confiar en Dios de tal manera que tengamos la plena seguridad de que él es poderoso para darnos la victoria, conforme a sus planes en nuestras vidas, a pesar de nuestras debilidades.

Cuando Dios decidió liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto (Éxodo cap. 3), envió a Moisés para que se enfrentara a Faraón y le exigiera la liberación de su pueblo. Moisés tuvo temor y preguntó a Dios “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (Éxodo 3:11). Dios simplemente le respondió: “Ve, porque yo estaré contigo...” Después de varios intentos por librarse de esta encomienda, finalmente Moisés obedeció y el Señor mostró su poder de forma maravillosa, resultando en la liberación de los israelitas. Moisés descubrió que Dios, ciertamente, es todopoderoso y que su poder está a la disposición de aquellos que le obedecen.

Cuando David se enfrentó al gigante Goliat nadie esperaba que David resultara vencedor. ¿Quién podía imaginar que un jovencito pastor de ovejas, sin experiencia militar, armado simplemente con una honda y unas piedras pudiese derrotar a un gigante de 9 pies de estatura, consumado guerrero y armado hasta los dientes? Sin embargo David marchó resueltamente hacia Goliat diciéndole: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza” (1 Samuel 17:45). Y a los pocos minutos aquel enorme gigante yacía en tierra, con una piedra salida de la honda de David, clavada en medio de la frente. David sabía que por sus propias fuerzas él jamás podría vencer a Goliat, pero puso toda su confianza en Dios, y se enfrentó al gigante en el nombre poderoso de Jehová de los ejércitos. Por eso obtuvo la victoria.

Después de su conversión en el camino a Damasco (Hechos cap. 9), el apóstol Pablo tuvo que pasar por infinidad de pruebas y situaciones difíciles, en las cuales experimentó el amor y el poder de Dios. Por eso en su carta a los romanos pudo declarar: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Y al escribirles a los filipenses, en medio de duras pruebas, les aseguró: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). No existe una situación que sea difícil para Dios. Así lo dijo el Señor a través del profeta Jeremías: “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (Jeremías 32:27).

Quizás en estos momentos te encuentres frente a una situación que puede compararse a un enorme gigante, un difícil problema que para ti es imposible de resolver. ¿Qué vas a hacer? ¿Tratar de resolverlo por ti mismo sabiendo que vas a fracasar o vas a hacer lo que hicieron Moisés, David y Pablo que confiaron en el poder de Dios? Posiblemente has orado mucho por esta situación, pero ahora necesitas actuar en fe. No es suficiente venir delante de Dios y decirle: “Yo tengo un tremendo problema”. Es necesario que también digas con autoridad frente al problema: “¡Yo tengo un tremendo Dios!” Esta confesión de fe, salida de un corazón totalmente confiado en el poder de Dios abre las puertas de la victoria no importa lo grande y complejo que pueda parecerte tu problema.

ORACIÓN:
Padre mío, te doy gracias porque has puesto tu poder a mi disposición. Te ruego me capacites para confiar en ese poder y ver la victoria aunque las circunstancias indiquen todo lo contrario. Hoy manifiesto y confío en que tú eres más grande que cualquier problema que puede existir en este mundo, y que si tú eres por mí, nadie podrá contra mí. En el nombre poderoso de Jesucristo, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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