Salmo 25:20, 21
“Guarda mi alma, y líbrame; No sea
yo avergonzado, porque en ti confié. Integridad y rectitud me guarden, Porque
en ti he esperado”.
¿Qué debemos pensar cuando Dios
no da respuesta a una oración? Lo más probable es que nos hayamos preguntado
eso en algún momento. Como seres humanos limitados por el tiempo, podemos
encontrar muy frustrante el tic-tac del reloj.
Debemos entender que Dios no nos
ve simplemente en el aquí y el ahora; Él considera todo el panorama al mismo
tiempo: dónde hemos estado, dónde estamos ahora, y hacia dónde nos estamos
dirigiendo. Sabe exactamente qué efecto tendrán en nuestras vidas cada pequeña
decisión, acción o bendición.
¿Piensas tu que Dios quiere darte
algo que pueda destruirte? ¡Por supuesto que no! Él sabe que lo que puede ser
para ti una bendición más tarde, puede parecer que arruina totalmente tu vida
ahora. Por esta razón, Él se demora, con el fin de darte el tiempo de prepararte
para recibir esa bendición.
Aprender a esperar en Dios exige
por lo menos tres cosas de nosotros: primero, ser sensibles a Él y alimentar
nuestra relación con el Padre para que podamos escucharlo; segundo, confiar en
su juicio y sabiduría; tercero, ser obedientes al Señor. Si tratamos de hacer
que algo suceda por nosotros mismos después de que Dios nos ha dicho que
esperemos, nos estaremos dirigiendo al desastre. El Señor bendice la espera
obediente.
Dios trabaja de acuerdo con su omnisciencia,
su omnipotencia y su amor. Nunca olvides que el Señor está activamente a tu
lado, aun cuando te niegue una petición. No significa que Él no está prestando
atención a tus necesidades; significa que está especialmente pendiente de ti.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
No hay comentarios:
Publicar un comentario