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martes, 8 de enero de 2013

RETÉN LO QUE TIENES



Apocalipsis 3:11
“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”.

Retén, es un verbo que se deriva del griego κρατέω (krateo), κρατέω significa: Aferrarse a, asir, tomar, agarrar, mantener firme. Pero la connotación que Juan utiliza en Apocalipsis es la de: “detener, retener, mantener firme, aferrarse a”.

El verbo que utiliza Juan se encuentra en modo “imperativo” lo cual señala una orden o mandato, la cual apela a la voluntad de aquel a quien se le habla. Es decir que el que recibe la orden decide si la llevara a cabo o no. Por supuesto que esto no le quita la fuerza al término al ser pronunciada como una orden.

Pero también el verbo se encuentra en tiempo presente, lo que se concibe como una acción continua o repetida, algo que debe seguir haciéndose siempre, y no por un lapso de tiempo. Este mandato se está expresando en forma positiva como un mandamiento o mandato general. “Retén lo que tienes”.

El retener tiene la implicación de guardar (Marcos 9:10). Esto habla de algo tan fuerte y poderoso como el poder que la muerte ejerce al retener a una persona, lo cual no fue posible en el caso de Jesús, quien verdaderamente libró una batalla contra la muerte, la cual no le pudo retener y le tuvo que soltar (Hechos 2:24). Retener es poder lograr que a pesar del paso de los años no cambien en nosotros ni en nuestras próximas generaciones las cosas que se han aprendido (Marcos 7). Es detener algo con tal fuerza que no se deja que se escape ni lo más mínimo (Apocalipsis 7:1). La exhortación que la Escritura nos da es a retener de esta forma la fe (profesión) que tenemos, depositando nuestra confianza en el sumo sacerdote (Jesús) quien es nuestra ayuda y sostén (Hebreos 4:14-16).

El apóstol Pablo en la segunda carta enviada a los Tesalonicenses (v. 1) les exhorta y utiliza el verbo κρατέω (kratéo) en modo imperativo para ordenarles y darles el mandato que se mantengan firmes y retengan la doctrina que han aprendido (v. 15). Debido a que se han levantado falsas doctrinas en cuanto a la manifestación del hombre de pecado (2:1-12). Pero la orden es mantenerse firme y retener, a no dejarse mover fácilmente, del modo de pensar, a no ser conturbados ni por espíritu o palabra, ni por carta (2:2).

También se puede ver que el retener, muchas veces implicará luchas, problemas, dificultades, las cuales hay que enfrentar sin soltar o perder lo que se tiene. Un buen ejemplo es la iglesia de Pérgamo (Apocalipsis 2:13-15), en donde se narra que a pesar de la persecución y de la muerte de Antipas (el testigo fiel) ellos retenían la fe.

En el caso del apóstol Juan en su carta de Apocalipsis también utiliza en modo imperativo el verbo κρατέω (kratéo) en su mensaje a la iglesia a Filadelfia (3:7-13).

La carta se escribe al ángel (pastor) de la iglesia en Filadelfia (v. 7). El Señor le dice que Él conoce sus obras y que ha puesto una puerta abierta delante de él la cual nadie la puede cerrar. ¿Por qué? Porque aunque tiene poca fuerza ha guardado la palabra y no ha negado el nombre del Señor (v. 8). Y añade que a aquellos que se dicen ser judíos pero que no lo son, sino son de la sinagoga de Satanás, vendrán y se postrarán a sus pies para que reconozcan que Dios le ha amado (v. 9). Y todo esto lo confirma de nuevo, por cuanto ha guardado la palabra, y le promete que también él será guardado de la hora de la prueba que ha de venir sobre la tierra (v. 10).

Pero luego viene la orden, “retén lo que tienes”. Y esto es lo llamativo, que a pesar de la puerta abierta, y la humillación de sus enemigos, él DEBE guardar lo que han recibido, lo que tiene, porque si no lo puede perder. Recibido y oído se refiere al consejo de la Palabra de Dios, todos aquellos mandamientos y enseñanzas que hemos recibido y estamos llamados a ponerlos por obra.

La Palabra deja claro que el Señor llegará pronto, pero que hasta ese momento si no se retiene firme lo que se tiene, se puede perder. Vendré sobre ti como ladrón, se refiere a que será cuando nadie lo espera, de manera súbita e inesperada. Por lo tanto no podemos vivir la vida cristiana de una manera descuidada sino debemos estar vigilantes y listos porque cuando menos lo esperamos nos llamará a su presencia.

El mundo necesita hijos verdaderos de Dios. Hombres y mujeres dispuestos a ser ejemplo, que acepten y entiendan los planes de Dios, comprometidos y fieles hasta la muerte, dispuestos a transformar su entorno, que no dependan de las circunstancias sino del poder de Dios, que no se dejen amedrentar ante la oposición, aun estando bajo amenazas de muerte, sino que sigan fieles y comprometidos hasta el final.

Hombres y mujeres conforme a la voluntad de Dios es lo que se necesita hoy. Personas que permanezcan firmes a los postulados bíblicos, que no vendan ni pierdan sus principios ante la fama, reconocimiento o cualquier otra tentación. Que tengan claro que el único propósito en sus vidas es proclamar el Evangelio de Jesucristo y agradar en todo a su Señor.

Amados, estamos viviendo en tiempos peligrosos y decisivos, en medio de conflictos y luchas constantes frente al mundo, la carne y el diablo. Los cuales buscan de manera sutil desviarnos de la sincera fidelidad a Cristo.

2 Juan 1:8, dice: “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo”. Por esto amados hermanos, debemos retener con firmeza lo que tenemos, no despreciando la bendición y privilegios que Dios nos ha dado, sigamos fielmente hasta la muerte, no nos desviemos ni miremos para atrás. Recordemos que “Bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:28). Amén.

“Gracia y Paz”
Verdadera Vida Cristiana

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