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viernes, 18 de enero de 2013

¿EN QUÉ TE BASAS AL TOMAR UNA DECISIÓN?



Deuteronomio 30:19
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.

En este pasaje, Moisés presenta al pueblo de Israel dos opciones totalmente opuestas: la vida o la muerte. La bendición o la maldición. Y, desde luego, les exhorta a que escojan la vida. Pero en última instancia, ¿quién tomaría la decisión? El pueblo de Israel, por supuesto. Al crear al hombre, Dios le dio libre albedrío, es decir la capacidad de tomar sus propias decisiones. Eva primero y Adán después lo usaron para tomar una muy mala decisión. Por ello sufrieron las consecuencias de ser expulsados del Jardín del Edén, rompiendo su relación con Dios, y perdiendo todas las bendiciones que hasta ese momento estaban disfrutando.

Cuando llegó el momento de reemplazar a Moisés como líder del pueblo de Israel, Dios dio la inmensa responsabilidad de guiar a este pueblo hasta la tierra prometida a un joven judío llamado Josué. El nuevo líder se dirige a los israelitas y les dice: “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:14-15). Josué los exhorta a temer a Dios y a servirle íntegramente, y les plantea la necesidad de que ellos tomen una decisión. Por último, les expresa claramente cual es su propia decisión. Como resultado de su decisión, Josué tuvo el privilegio de guiar a los israelitas a tomar posesión de la tierra prometida por Dios.

Tenemos que entender que una cosa es tener la capacidad de tomar decisiones, y otra cosa es tomarlas incorrectamente, guiados por nuestros impulsos o por nuestros propios análisis o nuestra “sabiduría”. ¿Qué haces tú cuando te enfrentas a una decisión crucial? Si tú dependes de tus propios cálculos para analizar una decisión importante en tu vida, no hay absolutamente ninguna garantía de que tus acciones reflejen los planes de Dios, y por lo tanto no hay ninguna seguridad de que los resultados serán buenos. Aunque seas capaz de hacer una elección inteligente, tu incapacidad para ver lo que está por delante limita tu capacidad de decisión. Pero Dios, que ve todas las cosas, ha planeado bendecirte y darte esperanza para tu futuro. Si se lo permites, él se asegurará de que escojas el camino correcto. Dice Proverbios 3:5-6: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Cree esto de todo corazón y aplícalo a tu vida en toda situación en que se requiera tomar una decisión.

El rey David tuvo que tomar decisiones muy importantes en su vida, de las cuales dependía no solamente su futuro sino el futuro de su pueblo. Conciente de su incapacidad para asegurar de manera absoluta el éxito, David acudía a Dios en busca de ayuda. En el Salmo 25:4-5 él escribió: "Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día".

Al mismo tiempo que Dios proveyó al ser humano con la capacidad para decidir, también le ofreció su ayuda para hacer una buena elección. Busca a Dios en oración antes de tomar cualquier decisión. Clama a él por su dirección, y entonces escucha atentamente, y espera pacientemente hasta que tengas la absoluta seguridad de que Dios te ha hablado. Entonces actúa.

ORACIÓN:
Padre santo, reconozco que muchas veces en mi vida he tenido fracasos y sufrimientos por causa de mis malas decisiones. Yo quiero darte a ti absoluto control de mis decisiones. Capacítame para ver claramente el camino que tú me muestras, y dame la fuerza para seguirlo aún en contra de mi voluntad. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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