2 Corintios 3:2-3
"Nuestras cartas sois
vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los
hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros,
escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de
piedra, sino en tablas de carne del corazón".
Esteban era un joven estudiante
cristiano que viajaba en tren cada fin de semana a casa de sus padres. Diligentemente
entablaba conversación con sus compañeros de viaje y aprovechaba todas las
oportunidades para hablar de Jesús al cual conocía como su Salvador y verdadero
amigo desde hacía muchos años. Cierto día, durante la guerra en la ex
Yugoslavia, su compañero de asiento en el viaje le comentó: "¿Vio usted
estas atrocidades en la ex Yugoslavia? Me parece que es una verdadera guerra
religiosa. La verdad es que, aunque lo quisiera, no podría creer en Dios viendo
la actitud de los cristianos".
"En efecto - le contestó
Esteban - es muy triste ver a personas que dicen ser cristianas y niegan las
enseñanzas de Cristo. Pero no olvide que Jesús nunca predicó que se creyera en
los cristianos para ser salvo. Es necesario creer en él y poner en práctica sus
enseñanzas. En su tiempo de ministerio aquí en la tierra Jesús enseñó: “Amad a
vuestros enemigos... bendecid a los que os maldicen” (Lucas 6:27-28). La
palabra de Dios dice: “No paguéis a nadie mal por mal” (Romanos 12:17). Por eso
primeramente hay que preguntarse si se trata de verdaderos cristianos".
Verdaderamente estas palabras de Esteban estuvieron llenas de la verdad y la
sabiduría de Dios. Con seguridad hicieron reflexionar a su compañero de viaje
en cuanto a su concepto acerca de los cristianos.
Ser un verdadero cristiano
significa ser un seguidor de Cristo y aplicar las enseñanzas del Maestro a sus
vidas en todo momento. No basta ir a la iglesia los domingos o ser un buen
vecino o un buen compañero de trabajo; es indispensable reflejar a todos el
carácter de Cristo, y para esto es necesario en primer lugar conocer al Señor
íntimamente. Esto sólo se consigue leyendo su palabra día tras día. En segundo
lugar debemos permitir que el Espíritu Santo haga su obra transformadora en
nuestras vidas. Entonces podremos ser para el mundo la luz a la que Jesús se
refirió en Mateo 5:14-15. Los verdaderos cristianos son como postes que indican
el camino hacia Jesús. Pudiera ser que un poste esté torcido, que haya perdido
el color a causa de la lluvia, incluso que se haya inclinado; pero lo
importante es que todavía se pueda leer lo que indica y que el destino indicado
sea verdaderamente Jesucristo.
El auténtico cristianismo es más
que simplemente una religión, es una relación íntima con Dios. Resulta del
cambio interior que el encuentro personal con Cristo produce en el corazón.
Entonces, la vida del creyente toma una nueva dirección, pues da la espalda a
ciertos objetivos para dirigirse a otros mucho mejores. Sus prioridades ya no
se basan en “las cosas de la tierra”, sino que pone “la mira en las cosas de
arriba” (Colosenses 3:2). Ejemplo de este tipo de cambio profundo fueron los
creyentes de Tesalónica los cuales se convirtieron “de los ídolos a Dios, para
servir al Dios vivo y verdadero”, según cuenta el apóstol Pablo en 1
Tesalonicenses 1:9.
No olvidemos que siempre habrá
alguien que estará observándonos. Somos cartas abiertas leídas por el mundo
para gloria de Dios y beneficio de los que nos rodean o para deshonra de
nuestro Padre celestial y desgracia de aquellos en quienes influimos,
dependiendo de nuestro testimonio. Si diariamente buscamos el rostro del Señor
en oración y escudriñamos su palabra, el carácter de Cristo se irá formando en
nosotros, y nuestro testimonio glorificará el nombre de Dios.
ORACIÓN:
Bendito Dios, es mi anhelo reflejar a todos el carácter y el amor de
Jesús. Por favor lléname de tu Santo Espíritu y controla completamente mi vida
para que mi testimonio glorifique tu nombre y sea de bendición para los que me
rodean. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla