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sábado, 6 de octubre de 2012

CORRIGE A LOS DEMÁS AMABLEMENTE


2 Timoteo 2:23-26
“Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”.

El mundo en que vivimos es cada vez más corrupto, la maldad se multiplica por día, la hostilidad hacia todo lo que se relaciona con Dios aumenta constantemente. Sin embargo, aun en medio de todas estas circunstancias negativas, las mismas reglas y principios que debían caracterizar a un siervo del Señor en los tiempos del apóstol Pablo se mantienen en la actualidad. En el pasaje de hoy, Pablo exhorta a su hijo espiritual Timoteo a que sea amable con todos, pero firme en sus principios cristianos. Que corrija con mansedumbre a los que se oponen, y que no sea contencioso, sino más bien que esté listo para enseñar a los demás. Esta debe ser nuestra manera de actuar. La amabilidad y el respeto deben definir nuestro testimonio a un mundo incrédulo.

Cuando, por orden del rey Nabucodonosor, el joven Daniel y otros jóvenes israelitas fueron llevados a Babilonia para ser entrenados en “las letras y la lengua de los caldeos” (Daniel capítulo 1), se les designó “ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía.” (v.5). Y dice la Biblia que “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse”. Daniel defendió sus principios en medio de una cultura pagana, y decidió no contaminarse con comida y bebida que Dios había dicho estaban prohibidas para los judíos. Por eso pidió a sus aprehensores otro menú para él y sus amigos. En vez de mostrar intransigencia y negarse a comer, Daniel pidió permiso para adoptar otra dieta. Al negarse el oficial en principio, Daniel prosiguió hacia su meta haciendo una petición amable al jefe de los eunucos: “Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas”. Así les fue concedido, y “al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey” (v.15). Podemos aprender del ejemplo de Daniel, el cual adoptó una posición osada para honrar a Dios, pero actuó con amabilidad y prudencia en vez de asumir una actitud negativa y contenciosa.

También el apóstol Pedro en su primera carta hace énfasis en estos principios. El escribió: “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15). Debemos estar siempre preparados para defender la razón de nuestra esperanza, es decir la palabra de Dios, el evangelio de Jesucristo. Hablemos de la única verdad con firmeza y autoridad, pero a la vez con humildad, con amabilidad y con reverencia. No hemos de transigir en nuestro compromiso con Cristo, sino que hemos de estar siempre dispuestos para contestar a cualquiera que nos pregunte acerca de la base de nuestra esperanza. Pero no olvidemos actuar amablemente de manera que honremos al Señor con nuestro testimonio.

Busca diariamente el rostro del Señor en oración, escudriña su Palabra y medita en ella. Pide a Dios que llene tu corazón de su amor y que te de discernimiento y sabiduría espiritual para hablar a los demás de la manera que enseña su Palabra.

ORACIÓN:
Mi bendito Dios y Señor, te ruego me des sabiduría para testificar de ti, y llenes mi corazón de tu amor y tu bondad para poder hacerlo con amabilidad y mansedumbre, de manera que tu nombre sea glorificado. Por Cristo Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

BAJA LAS MANOS


Salmo 46:10
“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…”

Creo que tengo grabadas las huellas digitales de mi madre en la rodilla por tantas veces que me apretó la pierna en la iglesia y me susurró frases conocidas como: «Quédate quieto». De niño, era muy inquieto; en especial, en lugares como la iglesia. Por eso, durante años, cuando leía: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…» (Salmo 46:10), pensaba que se refería a no estar inquieto.

Sin embargo, la palabra hebrea traducida quietos significa «dejar de luchar». La idea es bajar las manos y dejar que Dios intervenga en la situación, sin que uno interfiera. Este simbolismo es interesante, ya que solemos usar las manos para apartar cosas del camino, para protegernos o para contraatacar. Cuando las bajamos, nos sentimos indefensos y vulnerables, a menos que podamos confiar en que «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (v. 1), y que «el Señor de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob» (v. 7). En otras palabras, ¡deja de luchar y espera que el Señor obre!

En todas las circunstancias de la vida, podemos experimentar la paz de confiar en la presencia y el poder de Dios en medio de las dificultades, cuando aguardamos en oración y con paciencia que Él nos libre. Así que, ¡baja las manos, porque las de Dios están obrando a tu favor!

Cuando ponemos nuestros problemas en las manos de Dios, Él pone paz en nuestro corazón.



LEA: Salmo 46
Biblia en un año: Sofonías 1–3

“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

SIGUIENDO A JESÚS


Marcos 1:17
“Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres”.

Charles G. Finney quien dijo un poco después de convertirse a Cristo, “Ninguna actividad, ningún trabajo me ha parecido tan dulce como el de ganar almas a Cristo”. Al referirse Jesús a la actividad de ganar almas “Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” Mateo 4:19.

¿Pero cómo ganamos almas a Cristo? La cosa mas importante no es un seminario, educación, etc., Estas cosas son muy buenas y útiles. No son un impedimento, (generalmente). Pero la cosa número uno es seguir a Cristo. El dijo, “Seguidme y LES HARÉ pescadores de hombres”. Un poco después del día de Pentecostés Pedro y los otros discípulos estaban predicando, enseñando la Palabra a la gente, y mucha gente aceptaba a Cristo, y los fariseos se maravillaban porque sabían que los discípulos eran gente humilde y sin educación, y se acordaban que “ellos habían estado con Cristo”. Ahí está el detalle. Esto fue la razón de su atrevimiento, y su elocuencia; habían estado con Jesús; le habían seguido a él.

Si tú de verdad sigues a Jesús, él cambiará tú vida, él te dará la audacia, y el atrevimiento de hablar por él, y él te dará una compasión por los que están perdidos y sin esperanza, y él te hará “pescador de hombres”.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

PARA ALIVIAR EL PESO DE NUESTRAS CARGAS


Mateo 11:28-30
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi ca Mateo 11:28-30rga”.

Todos llevamos muchas cargas a lo largo de la vida.  Algunas pueden referirse a cosas cotidianas como las finanzas o las relaciones, pero podemos también sentirnos abrumados por las incógnitas del futuro. Éstas pueden abrumarnos hasta el punto del agotamiento, si no las manejamos bíblicamente.

Jesús sabía lo difícil que sería la vida para nosotros. Después de todo, Él era humano también. Pero nuestro Salvador no quería que lleváramos un peso innecesario, porque sabía que nuestro Padre celestial puede llevarlo por nosotros.

Por eso dijo las palabras del pasaje de hoy; son palabras llenas de promesa y de esperanza de alivio. Pero, ¿cómo podemos aplicar de manera práctica lo que nos está diciendo, en medio de las dificultades? Primero, Él quiere que reconozcamos que tenemos una carga específica y que identifiquemos el problema. Finalmente, podemos llevarlo ante Él. Dios nos dice que se lo entreguemos a Él (Salmo 55:22), y Dios llevará nuestra carga.

Si nos arrodillamos ante Dios en oración, y le pedimos que se ocupe del problema, podemos sentirnos libres de esa carga. Aunque Él puede cambiar las circunstancias, a menudo permite que sigan ahí. Podemos seguir pensando en el problema y vivir con sus implicaciones, pero ya no tendremos que ceder bajo su presión.

¿Está usted llevando una carga pesada? Encuentre alivio en el Salvador, poniendo sus preocupaciones en sus poderosas manos. El Señor Jesús desea que usted tenga paz, incluso en medio de las pruebas. Y ha provisto todo lo que se necesita para ser libre de las cargas. ¿Dejará que Él se las quite?

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria