Salmo 51:10
Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
David había caído gravemente en
pecado en el asunto de Betsabé y su esposo Urías. Pero antes de su precipitada
caída él había conocido al Señor; había caminado en dulce comunión con Dios;
había conocido como pocos, la paz, el gozo, y la bendición de andar en estrecho
compañerismo con Dios. Pero ahora el conocimiento de su negro pecado le dolía,
y esto le robaba la paz y la alegría que antes gozaba, y deseaba la
restauración a su estado anterior, cuando andaba con Dios, y en gran agonía de
espíritu clamaba a Dios en las palabras del versículo de hoy.
Después de mucha tormenta de
alma, logró ser restaurado en su compañerismo con Dios. Tal vez tú en tu propia
vida estas experimentado esto. El único escape de tu propio descenso a este
negro estado, es clamar a Dios como David: "Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí".
“Gracia y Paz”
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