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jueves, 25 de octubre de 2012

SER JUSTO ANTE DIOS



Romanos 4:24-25
“Creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”.

Romanos 5:1
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios”.

Del 1 al 8 de octubre de 1536 tuvo lugar en Lausana (Suiza) un debate público sobre el tema de la justificación del pecador ante Dios. Se discutió sobre muchas cuestiones, como por ejemplo: ¿Cómo puede un hombre ser justo ante Dios? ¿Basta creer en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se dio a sí mismo una vez para siempre por los pecadores? ¿Su sacrificio debe ser renovado o completado?

Guillermo Farel, un reformador, desarrolló claramente el tema de la justificación. Luego, un teólogo encargado de contradecirlo se levantó y declaró, con una actitud humilde y valiente: –«Hermanos míos, no deseo cometer el pecado de rechazar la verdad divina. Confieso ante todos que durante mucho tiempo fui ciego y viví engañado, aunque creía servir a Dios. Ahora reconozco que no tengo otro Salvador ni jefe alguno sino a Jesucristo. Pido perdón a Dios por todo lo que hice y dije contra su honor. Les pido perdón a ustedes también, porque les enseñé mal y aun les di un mal ejemplo».

Dios es justo y el hombre es pecador. ¿Cómo puede éste llegar a ser justo? En la cruz Cristo cargó con nuestros pecados. Somos justificados “por su sangre”, es decir, por su muerte, por medio de la fe. Cristo resucitó: esta es la prueba de que Dios aceptó su obra. Entonces, ¿qué podríamos agregar a ella?

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

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