Hebreos 10:35-36
"No perdáis, pues, vuestra
confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para
que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa".
¿Alguna vez has experimentado el
dolor profundo que produce el que un gran amigo rompa una promesa? Pocas cosas
hieren tanto, sobre todo, porque nace la desconfianza entre dos amigos. Por
esta razón, es muy importante reconocer la integridad del Dios Todopoderoso.
Servimos a un Dios de promesas. Él prometió una nueva tierra a su pueblo, un
hijo al anciano Abraham y un Salvador para el mundo. Cada una de estas promesas
y muchas más fueron cumplidas a tiempo, en armonía con su perfecta voluntad.
En Josué 21:45 la Biblia dice: "No faltó
palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de
Israel; todo se cumplió". Y Hebreos 10:23 dice: "Mantengamos firme,
sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió".
No hay duda de que tenemos un Dios fiel e íntegro, que cumple siempre lo que
promete. Sin embargo, las promesas de Dios tienen ciertas condiciones. Dios en
su gracia y misericordia nos da responsabilidades; de la manera en que
respondamos a ellas dependerá nuestro éxito. Por ejemplo, vemos en el pasaje de
hoy que la confianza, la paciencia y la obediencia son elementos vitales para
que “obtengáis la promesa.”
Esto no significa que para
ganarnos el amor de Dios tenemos que hacer buenas obras. En verdad, él nos ama
no por lo que hacemos, sino porque no puede dejar de amar a cada uno de
nosotros fervientemente tal y como somos; esa es su naturaleza. “Dios es amor”,
dice 1 Juan 4:8. Dios nos amó aun cuando éramos pecadores. Dice Romanos 5:8-9:
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su
sangre, por él seremos salvos de la ira”.
No existe la más mínima duda de
que Dios ama entrañablemente a sus hijos, pero tenemos que entender que en toda
relación existen responsabilidades en ambas partes. El Señor prometió a Josué
que estaría siempre con él, pero al encomendarle la misión de guiar al pueblo
de Israel a tomar posesión de la Tierra Prometida , le dijo: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y
de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”
(Josué 1:8). Y seguidamente le dijo: “Mira
que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque
Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.
Dios nos ama, y quiere
bendecirnos, y si nosotros le amamos a él, debemos asumir la responsabilidad de
lo que nos ha llamado a hacer. Esto no es una manipulación para obtener sus
bendiciones, sino es un acto humilde de sumisión a su voluntad, porque le
amamos y deseamos agradarle. No olvides que Dios conoce nuestros corazones.
Cuando actuamos de esta manera, estamos en la posición perfecta para tomar
posesión de cada promesa que Dios ha hecho, las cuales se convertirán en
bendiciones para nuestras vidas.
En una fría noche de invierno,
una pareja disfrutaba del agradable calor proveniente de las llamas de una
chimenea. Cuando el hombre se dirigió momentáneamente a otra habitación de la
casa, sintió mucho frío. Las bendiciones de Dios son como el calor de la
chimenea, dejas de recibirlas cuando te alejas de la fuente. La desobediencia
nos separa de Dios. Recordemos a Adán y Eva. (Génesis capítulo 3). La
obediencia nos mantiene en su presencia disfrutando de su paz y sus
bendiciones. Veamos el ejemplo de Josué. (Números 32:10-12). ¿Quieres disfrutar
las promesas de Dios? Ya sabes lo que tienes que hacer: Lee Su palabra cada día
de tu vida, medita en ella y sigue sus instrucciones fielmente.
ORACIÓN:
Padre santo, gracias porque en tu
inmensa misericordia has prometido bienestar y prosperidad de todo tipo a tus
hijos. Por favor, dame discernimiento espiritual para conocer cual es tu
voluntad en mi vida, y ayúdame a obedecerte siempre para que esas promesas sean
una realidad en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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