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martes, 9 de octubre de 2012

¿QUIERES DISFRUTAR LAS PROMESAS DE DIOS?


Hebreos 10:35-36
"No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa".

¿Alguna vez has experimentado el dolor profundo que produce el que un gran amigo rompa una promesa? Pocas cosas hieren tanto, sobre todo, porque nace la desconfianza entre dos amigos. Por esta razón, es muy importante reconocer la integridad del Dios Todopoderoso. Servimos a un Dios de promesas. Él prometió una nueva tierra a su pueblo, un hijo al anciano Abraham y un Salvador para el mundo. Cada una de estas promesas y muchas más fueron cumplidas a tiempo, en armonía con su perfecta voluntad.

En Josué 21:45 la Biblia dice: "No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió". Y Hebreos 10:23 dice: "Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió". No hay duda de que tenemos un Dios fiel e íntegro, que cumple siempre lo que promete. Sin embargo, las promesas de Dios tienen ciertas condiciones. Dios en su gracia y misericordia nos da responsabilidades; de la manera en que respondamos a ellas dependerá nuestro éxito. Por ejemplo, vemos en el pasaje de hoy que la confianza, la paciencia y la obediencia son elementos vitales para que “obtengáis la promesa.”

Esto no significa que para ganarnos el amor de Dios tenemos que hacer buenas obras. En verdad, él nos ama no por lo que hacemos, sino porque no puede dejar de amar a cada uno de nosotros fervientemente tal y como somos; esa es su naturaleza. “Dios es amor”, dice 1 Juan 4:8. Dios nos amó aun cuando éramos pecadores. Dice Romanos 5:8-9: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”.

No existe la más mínima duda de que Dios ama entrañablemente a sus hijos, pero tenemos que entender que en toda relación existen responsabilidades en ambas partes. El Señor prometió a Josué que estaría siempre con él, pero al encomendarle la misión de guiar al pueblo de Israel a tomar posesión de la Tierra Prometida, le dijo: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8). Y seguidamente le dijo: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.

Dios nos ama, y quiere bendecirnos, y si nosotros le amamos a él, debemos asumir la responsabilidad de lo que nos ha llamado a hacer. Esto no es una manipulación para obtener sus bendiciones, sino es un acto humilde de sumisión a su voluntad, porque le amamos y deseamos agradarle. No olvides que Dios conoce nuestros corazones. Cuando actuamos de esta manera, estamos en la posición perfecta para tomar posesión de cada promesa que Dios ha hecho, las cuales se convertirán en bendiciones para nuestras vidas.

En una fría noche de invierno, una pareja disfrutaba del agradable calor proveniente de las llamas de una chimenea. Cuando el hombre se dirigió momentáneamente a otra habitación de la casa, sintió mucho frío. Las bendiciones de Dios son como el calor de la chimenea, dejas de recibirlas cuando te alejas de la fuente. La desobediencia nos separa de Dios. Recordemos a Adán y Eva. (Génesis capítulo 3). La obediencia nos mantiene en su presencia disfrutando de su paz y sus bendiciones. Veamos el ejemplo de Josué. (Números 32:10-12). ¿Quieres disfrutar las promesas de Dios? Ya sabes lo que tienes que hacer: Lee Su palabra cada día de tu vida, medita en ella y sigue sus instrucciones fielmente.

ORACIÓN:
Padre santo, gracias porque en tu inmensa misericordia has prometido bienestar y prosperidad de todo tipo a tus hijos. Por favor, dame discernimiento espiritual para conocer cual es tu voluntad en mi vida, y ayúdame a obedecerte siempre para que esas promesas sean una realidad en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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