Deuteronomio 11:19
“Y enseñaréis a vuestros hijos, (…..)
cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”.
Un proverbio chino dice: "si
haces planes para un año, siembra arroz. Si haces planes para diez años, planta
árboles. Si haces planes para toda la vida, educa a una persona." Pero
también la Biblia
dice en el libro de Proverbios 22:6: "Instruye al niño en su camino, y aun
cuando fuere viejo no se apartará de él". Esto resume la importancia del
rol de los padres para con los hijos.
Al construir una relación basada
en la confianza con su hijo e hija adolescente, se deben contemplar algunos
aspectos muy valiosos, entre ellos, la comunicación amorosa que busque
incrementar la autoestima de su hijo o hija. Esta comunicación entre padres e
hijos, consiste en el intercambio de palabras, sonidos y gestos; que trasmiten
un mensaje de contenido afectivo y/o intelectual.
La forma como se expresa el
mensaje, las palabras que se emplean y el tono de voz que se usa, determinará
la forma en la que el hijo e hija percibe el mensaje.
Cuando un padre se comunica a
través de un beso, un abrazo o una sonrisa, le está trasmitiendo a su hijo/a,
que es valioso/a, abriéndole la posibilidad para decir lo que piensa y siente
en un ambiente de confianza y respeto.
Las palabras son semillas que se
siembran, con el tiempo crecen y se multiplican, el significado de las
palabras, el tono y la actitud con la que nos dirigimos a nuestros hijos,
definen el valor que usted les otorga como personas y les da la seguridad y la
confianza que necesitan de usted.
Educar no es imponer, educar es
inspirar, transmitir conceptos y fórmulas, es más que memorizar historias… es
construir una autoestima sana y una mente abierta a Dios. Esa es la labor de
los padres.
Los jóvenes de la actualidad
están recibiendo una visión distorsionada de la sexualidad; enfrentan la
desintegración familiar, información sexual carente de formación en el
carácter, y una contradicción entre lo que reciben en sus casas y los medios
masivos de comunicación. Ante esta realidad, instruir para la vida desde el
hogar debe ser una prioridad.
Al crecer, el niño y la niña
recordarán a quienes les inspiraron, a quienes estuvieron ahí para marcar sus
vidas; al que le ayudó a superar sus frustraciones, al que le dio la mano para
comprender la fórmula difícil, la persona paciente que le esperó hasta terminar
la tarea, al que expresó una palabra de aliento cuando ya no pretendía
continuar.
La educación es la suma de cada
uno de esos momentos que van dejando una marca que se recuerda para toda la
vida. Si educar es modelar, los niños captarán lo que sus padres creen, al ver
cómo éstos se comportan diariamente.
El éxito en la vida no depende
del centro educativo donde estudian los hijos. Los padres son responsables del
desarrollo adecuado de actitudes, valores y hábitos que les permitirán realizar
el viaje de la vida con acierto.
La ocupación exagerada de los
padres, el deterioro familiar que experimentan los hogares actualmente, entre
otras situaciones, conduce a muchos padres y madres a permanecer aislados del
crecimiento de sus hijos.
Cuando los padres se desentienden
de la formación de los hijos, están perdiendo el único tiempo que tendrán para
influenciar la construcción del carácter, la concepción que tendrán de la vida,
y la oportunidad de proveerles de las herramientas necesarias para desarrollar
su proyecto de vida.
Los padres tienen el privilegio y
la responsabilidad de compartir sus experiencias de vida con sus hijos. Deben
contar a sus hijos las aventuras que vivió cuando estudiaba, lo que aprendió,
cómo lo aprendió, lo que le gustaba más, cómo enfrentaba los desafíos, y sobre
el día que se enamoró por primera vez. Hablar con ellos sobre sus experiencias
diarias, les ayudará a entender mejor los diferentes puntos de vista, valores,
sueños, e intereses de otras personas.
Los padres no solamente necesitan
hablar, sino también necesitan escuchar, contestar preguntas, o ayudarles a
enriquecer su criterio. Esto les comunicará que valen mucho, que son aceptados
y que no están solos en el desafío de crecer. Los padres necesitan planear
algunas cosas que pueden ayudar a su hijo a descubrir el mundo. Si no lo hacen,
lo hará la Internet ,
la pornografía, los amigos, y los medios de comunicación.
Los profesores más importantes en
la vida de sus hijos son los padres. Desde que nacen, los hijos tienen hambre
de aprender y descubrir el mundo que les rodea. Hablar con ellos antes,
durante, y después de cualquier actividad, les ayuda a asimilar los pasos
necesarios en el proceso de aprendizaje. Esta conversación también mejorará la
comunicación y relación diaria con sus hijos. Cuanto más hable el uno con el
otro, mejor y más placentera será la comunicación y el conocimiento mutuo.
Si educar es inspirar un espíritu
libre capaz de juzgar la vida por ellos mismos, entonces debemos invertir
cantidad y calidad de tiempo en enseñarles valores que fortalezcan su
discernimiento, su razonamiento, su capacidad de discriminar y su habilidad de
juzgar la vida con una sana conciencia.
Por esta razón, hagamos que los
hijos recuerden los buenos momentos que pasan juntos con los padres; cuando les
acompañamos para hacer la tarea, por la paciencia mostrada en la materia que le
costaba, el día que lo llevaron a la casa de un compañero para estudiar. Que
recuerden, respetando a los demás, valorando la vida y por las miles de veces
que nuestras miradas se cruzaron y los padres les dijimos: "Te amo".
“Gracia y Paz”
Verdadera Vida Cristiana
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