1 Juan 5:14-15
“Y esta es la confianza que
tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y
si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos
las peticiones que le hayamos hecho”.
Dado que la oración es una
práctica común de los creyentes, es fácil con el tiempo caer en hábitos que dan
como resultado una vida de oración apática y vacía. En vez de tener una
conversación dinámica con peticiones bien pensadas, y un oído activo a la respuesta
de Dios, nuestras oraciones pueden parecerse más a una lista de compras. La
comunicación con el Señor es una parte muy vital de la vida cristiana, y por
eso necesitamos examinar lo que estamos haciendo.
Comience por hacerse las
siguientes preguntas:
¿Qué tan efectivas son mis
oraciones? ¿Está Dios respondiendo mis oraciones, o parece que éstas nunca
pasan del techo?
¿Por quiénes estoy orando? ¿Son
la mayoría de mis peticiones por mí mismo, o por los demás?
¿Qué le pido al Señor que haga?
¿He mirado su Palabra para ver lo que Él quiere, o estoy tratando de que
intervenga de acuerdo con mis planes y mis deseos?
¿Cuándo oro? ¿Solamente en
situaciones de emergencia o cuando necesito algo?
Si descubrió algún egoísmo en sus
oraciones, no es el único. Muchos tenemos problemas para entrar a la presencia
de Dios con nuestros ojos centrados en Él. La única manera para orar con
impacto, es llenar nuestra mente con la Palabra , para saber así qué quiere hacer el
Señor.
Su vida de oración puede llegar a
ser efectiva y dinámica, si se acerca a Dios con un corazón limpio (Salmo 66:18),
alinea sus peticiones con su voluntad, y cree que Él hará lo que dice (Marcos
11:24). Entonces podrá orar con absoluta confianza, sabiendo que Él escuchará y
responderá sus peticiones.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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