Mateo 19:13-15
“Entonces le fueron presentados
unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos
les reprendieron. Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo
impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. Y habiendo puesto
sobre ellos las manos, se fue de allí”.
Muy raro es el día en el que no
leemos en los periódicos o vemos en la televisión alguna noticia de abusos
cometidos en niños. Es como una epidemia diabólica de abusos sexuales y de
maltrato físico perpetrados en inocentes criaturas, en ocasiones bebitos de
apenas unos meses de nacidos. La corrupción y la degeneración del ser humano
han llegado a tal punto que cada vez son más los casos de personas que
encuentran placer al ejecutar este tipo de abusos en los niños.
En el pasaje de hoy, Jesús hace
una pausa mientras lo rodea una gran multitud para recibir a unos niños que le
trajeron y los bendice, y muestra su amor poniendo sobre ellos las manos. En
tan grande estima tiene Dios a los niños que Jesús declara que “de ellos es el
reino de los cielos”. Y en Marcos 9:36-37 dice que Jesús “tomó a un niño, y lo
puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: El que reciba en
mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me
recibe a mí sino al que me envió”. Cuando miramos a un niño, realmente estamos
mirando a Jesús, nos dice este pasaje. Cuando actuamos con un niño estamos
actuando con Jesús. Cuando recibimos con amor a un niño, estamos realmente
mostrando amor a Jesús. Hacer lo contrario traerá siempre horribles
consecuencias. Así lo expresa el Señor en Mateo 18:6: “Y cualquiera que haga
tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le
colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo
profundo del mar”.
Constantemente tenemos algún tipo
de contacto con niños. ¿Cómo actuamos? ¿Nos resultan molestas sus
“malacrianzas”? ¿O somos pacientes y tratamos de ayudarlos y mostrarles amor?
Nuestras palabras y nuestras acciones pueden quedarse grabadas para siempre en
la mente de un niño, sea para bien o para mal.
Hay muchas maneras en que podemos
ayudar a un niño. Un matrimonio norteamericano, Larry y Betty Bartells, tenían
una buena vida. Tenían seis hijos, una buena casa, buenos empleos. Podían haber
pasado el resto de su vida viviendo cómodamente, esperando el momento en que el
último hijo se graduase de la universidad para disfrutar esa época de la vida
en que los hijos se hacen adultos. Pero el Señor tenía otros planes para ellos.
Dios puso en sus corazones amor por los niños desamparados. Les puso una carga
por el número cada vez mayor de niños para quienes cada día es una pesadilla de
hambre y peligro. Así, a una edad en que la mayoría de las personas se preocupa
por sus inversiones y sus planes de jubilación, los Bartells partieron hacia
Sur América con el fin de abrir un orfelinato. En Lima, Perú, hay miles de
niños que no conocen la palabra “hogar”. Larry y Betty encontraron una casa
suficientemente grande como para albergar muchos niños, y abrieron sus puertas.
Sus responsabilidades de padres se desarrollaron al máximo al recibir veinte
niños en su casa y hacerlos parte de la familia.
No todos podemos hacer lo que
hicieron los Bartells. Pero todos podemos ayudar de alguna manera. Podemos
apoyar financieramente a algunos ministerios de buena reputación que se ocupan
de cuidar y alimentar niños de todas partes del mundo. Podemos participar de
diferentes maneras en actividades para niños en áreas cercanas a donde vivimos.
Podemos prometer mantener en oración a esos niños. Y sobretodo pongamos
especial atención en hacer llegar a ellos la Palabra de Dios, pues de esta manera estamos
creando una base sólida para sus vidas que va a tener influencia en ellos aún
cuando sean adultos, y en sus hijos y en los hijos de sus hijos. Dice
Proverbios 22:6: “Instruye al niño en Su camino, y aun cuando fuere viejo no se
apartará de él”.
ORACIÓN:
Padre santo, te ruego que envíes
tus ángeles a cuidar de tantos niños indefensos que en estos momentos están siendo
abusados de una manera u otra. Ayúdame a ser un instrumento de tu amor cada vez
que tenga algún contacto con un niño. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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