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jueves, 31 de mayo de 2012


AGRADAR A DIOS

Salmo 149:4
“Porque el Señor se complace en su pueblo; a los humildes concede el honor de la victoria.”

Nuestra condición humana nos hace adoradores. Adoramos muchas cosas del mundo y nos embobamos con cosas superfluas que nos llevan a nada, que son efímeras y transitorias. Pronto nos aburrimos de poseerlas y queremos nuevas cosas para volver a adorar.

Agradar a Dios se conoce como “la verdadera adoración.” El propósito primario de la vida debiera ser “agradar a Dios” y todo lo que hagas debiera ser para complacerlo a Él, como en un acto de adoración. La adoración no es lo que hacemos con nuestros labios: es lo que hacemos con nuestra vida. Todas nuestras acciones, los cantos, las oraciones y las alabanzas son en vano, si no van unidas a un cambio y compromiso personal. No hay lugar para espectadores en la adoración. La adoración pasiva es una incongruencia. La verdadera adoración es ofrecer nuestra vida para agradar a Dios. En el nombre de Jesús, amén y amén.

“Gracia y Paz”
Pan de Vida

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