Todo lo que se nos enseñan desde un pulpito debemos confrontarlo
con la verdad de La Palabra de Dios, la cual es la única verdad escrita para
nosotros los creyentes, lo demás… son mentiras, y fábulas de mentes distorsionadas,
de lobos vestidos de ovejas que quieren desviarnos del camino angosto.
Hoy en día hay muy pocos cristianos que son como los de
Berea, que “recibieron la palabra ávidamente, escudriñando cada día las
Escrituras para verificar si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Debemos
comprometernos en estudiar la Palabra de Dios cada día y dejar que nuestra
experiencia de la Palabra viva venga de allí, no de las “emociones internas”
que terminan cuando se concluye la predicación. Debemos ignorar los fenómenos “sobrenaturales”
y las “visiones” del “profeta”, del “ungido”, o del “apóstol”; así también las “experiencias”
del hermanito o de la hermanita. Debemos de confiar solo en lo que nace de la verdad
divina que está en las Sagradas Escrituras e indudablemente eso nos traerá gozo
y bendiciones inimaginables, porque todo lo hemos confrontado con la Santa Palabra
de Dios.
¡Gracia y Paz!
No hay comentarios:
Publicar un comentario