¿Cuántas veces los cristianos aceptamos un problema o
situación, como si ya no fuera posible hacer nada más? Nos damos por vencidos y
dejamos de luchar o de orar, y nos rendimos, porque vemos el problema tan
grande ante nuestros ojos, que nos sentimos impotentes y desarmados para
hacerle frente.
Lo vemos como una muralla tan in escalable, que asumimos
que nada podemos hacer ante ella. Y esto lo hacemos con cosas mucho menos
importantes que la muerte. Y ¿Por qué digo esto? Recordemos las impresionantes
palabras que Jesús le dijo a Marta: ¿NO TE HE DICHO QUE SI CREES, VERÁS LA
GLORIA DE DIOS?
¿Cuántas veces dejamos de ver la gloria de Dios en
nuestras vidas por la falta de Fe? Nos falta creer en el poder absoluto de Dios
ante cualquier situación o problema, por irreversible que parezca.
Que duros de entendimiento somos. Sabemos
intelectualmente que Dios es todopoderoso, que no hay problema que Él no pueda
resolver. Sabemos que Cristo venció a la muerte, levantándose de los muertos,
después de tres días y aún así, no somos capaces de creer que Él puede
solucionar cualquier problema.
Pidamos perdón a Dios por no reconocer su poder.
Apartemos las dudas de nuestra mente y confiemos plenamente en aquél, que es
poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantes de lo que pedimos o
entendemos.
¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos, Amen!
¡Gracia y Paz!
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