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jueves, 13 de noviembre de 2014

¿QUE ES LA CONVERSIÓN CRISTIANA?

La Escritura describe a la conversión en términos que implican o indican un cambio de naturaleza: Nacer de nuevo, transformarse en nuevas criaturas, resucitar entre los muertos, renovarse en el espíritu de la mente, morir al pecado y vivir para la justicia, despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo, ser participantes de la naturaleza divina, etc.

En consecuencia, si no hay cambio real y duradero en la gente que piensa que se ha convertido, su religión no vale nada, cualesquiera sean sus experiencias. La conversión es un cambio completo de dirección del hombre desde el pecado hacía Dios. Dios puede refrenar el pecado en la persona no conversa, por supuesto, pero en la conversión Dios cambia el corazón y la naturaleza de ellos desde el pecado a la santidad. La persona conversa se transforma en enemiga del pecado.

¿Qué podemos entonces decir de la persona que declara que ha experimentado la conversión pero cuyas emociones religiosas se desvanecen con rapidez, dejándola prácticamente igual a lo que era antes? Se le ve tan egoísta, mundana, necia, perversa y no cristiana como siempre. Eso habla en su contra mucho más que lo que cualquier experiencia religiosa pueda hablar de ella.

En Cristo Jesús, ni la circuncisión ni la incircuncisión, ni la experiencia dramática, ni la silenciosa, ni un maravilloso testimonio, ni uno aburrido, cuentan para nada. Lo único que cuenta es una nueva creación.


Jonathan Edwards 

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