¿QUÉ SIGNIFICA SER “CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS”?
Hechos 13:21-22
“Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl
hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste,
les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He
hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo
que yo quiero”.
El apóstol Pablo se estaba dirigiendo a un grupo que era
básicamente judío, y en medio de su discurso les habló de David, quien, por
supuesto, era bien conocido por el auditorio. David puede ser recordado como un
gran guerrero o como un rey conquistador o como un gran salmista, pero Pablo
prefirió llamarlo de la manera en que Dios le llamó cuando decidió desechar al
rey Saúl por su desobediencia, y reemplazarlo con David. Así le dijo a Saúl el
profeta Samuel: “Yahweh se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual
ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has
guardado lo que Yahweh te mandó” (1 Samuel 13:14).
¿Qué significa ser “conforme al corazón de Dios”? Para
David significaba mantener una relación íntima con Dios en todas las
circunstancias, y amarle por sobre todas las cosas. Estando en el desierto de
Judá, huyendo del rey Saúl y sus ejércitos que lo buscaban para matarlo, David
escribió el Salmo 63, donde derramó su amor por Dios y el profundo deseo de su
alma de vivir en íntima comunión con el Señor. Dice el versículo 1: "Dios,
Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te
anhela...” Y en el Salmo 42:1, David dice: “Como el ciervo brama por las
corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”. Esto
significa mucho más que simplemente una rutina regular de oraciones
memorizadas. Este clamor del espíritu de David estaba fundado en un anhelo muy
profundo de caminar lo más cerca posible del Señor.
Cuando Dios ordenó al profeta Samuel que fuera a casa de
Isaí de Belén, pues había decidido elegir como el próximo rey de Israel a uno
de sus ocho hijos (1 Samuel 16), le advirtió lo siguiente: “No mires a su
parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Yahweh no
mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus
ojos, pero Yahweh mira el corazón”. Y aquel día, Samuel ungió al menor de todos
ellos, el joven pastor de ovejas David, quien tiempo después fue coronado rey
de Israel donde reinó por cuarenta años. Muchos años más tarde Dios reprendió
al rey Jeroboam quien había sido desobediente construyendo altares y ofreciendo
sacrificios a dioses falsos, diciéndole: “Tú no has sido como David mi siervo,
que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón” (1 Reyes
14:8).
El anhelo intenso de David era vivir de manera que Dios
se agradara de él. Su vida, descrita a través de los Salmos que escribió,
reflejan un corazón dispuesto a la adoración (Salmo 29), una fe absoluta en su
pastor, el cual le proveía de todo (Salmo 23), y en quien confiaba plenamente
aún mientras dormía (Salmo 4). Ciertamente David era un hombre conforme al
corazón de Dios. Buscaba al Señor cada día muy temprano para adorarle de todo
corazón, confiaba plenamente en él en todas las circunstancias, le alababa
constantemente, le adoraba y le obedecía en todo. Por eso, el Señor dice en el
pasaje de hoy, refiriéndose a David, “quien hará todo lo que yo quiero”.
Sin duda David no era perfecto, como no lo es ningún ser
humano. Él cayó en pecado de adulterio al acostarse con Betsabé, y más tarde
fue culpable de homicidio al planear la muerte del marido de ésta, pero después
reconoció su pecado y con corazón contrito y sinceramente arrepentido se postró
ante Dios clamando por su perdón. Y Dios lo perdonó y lo restauró. Fue entonces
que escribió el Salmo 51, en el cual mostró su quebrantamiento.
¿Qué haría falta para que te describieran a ti como un
hombre o una mujer “conforme al corazón de Dios”? ¿De qué actividades debes
apartarte? ¿Qué prácticas debes añadir a tu vida diaria? Pídele a Dios que te
ayude a hacer los cambios necesarios, de manera que puedas conformarte a los
deseos de su corazón. Busca su rostro en oración cada día de tu vida, lee su
palabra, medita en ella y el Espíritu Santo poco a poco irá llevando a cabo en
ti esa transformación.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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