Colosenses 4:6
“Sea vuestra palabra siempre con gracia,
sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”.
Es triste y vergonzoso, pero hoy en día cada vez más se
está aceptando el lenguaje corrompido en las conversaciones ordinarias. Son muchas
las palabras groseras que se oyen ahora en la televisión, en la radio, en la
gran mayoría de las canciones seculares; también se leen en los periódicos y
revistas. El lenguaje obsceno y de doble sentido se oye en pláticas que hace
veinte años jamás se hubiera pronunciado en público, mucho menos delante de las
damas y los niños. Como Pablo bien dice, "irán de mal en peor" (2 Timoteo
3:13).
No caigamos en el lenguaje corrupto de los mundanos,
porque su manera de hablar es violenta y está lleno de palabras que excitan las
pasiones carnales. Los que son de la carne (los que son del mundo)
"piensan en las cosas de la carne" (Romanos 8:5) y "hablan del
mundo" (1 Juan 4:5).
Limpiemos nuestro corazón. "Porque de la abundancia
del corazón habla la boca" (Mateo 12:34). Las palabras corrompidas que
salen de la boca indican que el corazón (el carácter) es corrupto. "El
hombre bueno, del buen tesoro, del corazón saca buenas cosas; el hombre malo,
del mal tesoro saca malas cosas" (Mateo 12:35).
El cristiano debe ser conocido por su manera de hablar. La
palabra de los verdaderos cristianos debe de ser siempre con gracia, buscando
siempre imitar a Cristo: "Y todos daban buen testimonio de él, y estaban
maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca" (Lucas
4:22).
Un Hijo de Dios, un verdadero seguidor de Cristo, debe de
hablar siempre con gracia. Su palabra debe de ser: “…sana e irreprochable, de
modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de
vosotros" (Tito 2:8). "A fin de dar gracia a los oyentes"
(Efesios 4:29).
¡Gracia y Paz!
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