¿CÓMO ES TU VIDA DE ORACIÓN?
Salmo 5:1-3
“Escucha, oh Señor, mis palabras; considera
mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti
oraré. Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti,
y esperaré”
En toda la Biblia hay una constante exhortación a que
busquemos a Dios por medio de la oración. Por ejemplo, en 2 Crónicas 7:14 Dios
le dice al rey Salomón: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es
invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos
caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré
su tierra”. Y en Jeremías 29:12 el Señor dice: “Entonces me invocaréis, y
vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré”. En 1 Tesalonicenses 5:17 nos exhorta de
la siguiente manera: “Orad sin cesar”. En su carta a los efesios, el apóstol
Pablo los anima a leer la palabra de Dios, “orando en todo tiempo con toda
oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y
súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). Y a los colosenses les aconseja:
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses
4:2). Y el ejemplo supremo lo encontramos en Marcos 1:35. Allí dice:
“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, Jesús salió y se fue a un
lugar desierto, y allí oraba”. Jesús oraba constantemente, se levantaba muy
temprano a orar y muchas veces pasaba la noche en oración, como dice Lucas
6:12-13: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a
Dios”. Si Jesús, siendo Dios hecho hombre, sentía la necesidad de orar, ¡cuánto
más nosotros, débiles y miserables mortales debemos orar constantemente!
La oración profundiza nuestra relación con Dios y nos
ayuda a conocer su carácter y a experimentar el amor tan grande que él siente
por nosotros. Entonces disfrutamos plenamente nuestro tiempo en la presencia
del Señor y recibimos muchas bendiciones. Así dice el Salmo 37:4: “Deléitate
asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. La
oración también purifica nuestras vidas. Al confesar nuestros pecados y
traerlos a los pies del Señor, nuestras mentes y corazones pueden ser liberados
de culpas y ataduras del pasado que afectan nuestra vida presente.
La oración nos ayuda a confiar en Dios como nuestro
proveedor. Al igual que sólo confiamos las cosas verdaderamente importantes a
aquellos amigos con los que tenemos una relación íntima y un trato frecuente y
profundo, en el aspecto espiritual mientras más conocemos a Dios más confianza
tenemos en él, y más creemos en sus promesas, y más bendiciones recibimos de
él, como lo dice Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo
recibiréis”.
Indudablemente, la oración constante nos llevará a crecer
y a madurar espiritualmente. Mientras más tiempo estemos en comunión con Dios,
más preparados estaremos para enfrentar las tormentas que azotan nuestras vidas
y también para ayudar a los que no conocen la fuente de amor y de poder que es
nuestro Señor.
¿Cómo te sientes sobre tu vida de oración? ¿Tienes
separado un tiempo todos los días para orar? ¿Es algo que haces apresuradamente
o realmente disfrutas el conversar con tu Padre celestial?
Si tú reconoces en este momento que tu vida de oración es
mediocre, pídele a nuestro Abba Padre que ponga en tu corazón fervor y pasión
por buscar su rostro diariamente y deleitarte en su presencia. Entonces haz tú
el esfuerzo de separar un tiempo todos los días, preferiblemente temprano en la
mañana, para leer la Biblia y orar. Pronto experimentarás el precioso beneficio
espiritual de estar compartiendo en la intimidad con tu Padre celestial.
Oración:
Amoroso Padre, reconozco cuanta frialdad e indiferencia tengo
en mantener una comunicación frecuente contigo. Te ruego pongas en mí el deseo
de buscar tu rostro cada día y de disfrutar plenamente ese tiempo en tu santa
presencia. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla