Génesis 1:26-27
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar,
en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal
que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de
Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
Un conocido autor cristiano escribió: “No hay gente
corriente. Tú nunca has hablado con un simple mortal”. Es cierto, cada ser
humano es una creación especial de Dios. Él nos creó a su imagen y semejanza.
Él nos hizo para que pudiéramos disfrutar de su creación, pudiéramos amar, y
reír, y conocerle a él personalmente.
¡Ciertamente tú eres especial! Créelo o no, nadie en todo
el mundo es exactamente como tú. Tu apariencia física, tu voz, tu personalidad,
tu inteligencia, tus gustos, todo esto hace de ti un ser único. Hasta tus
huellas digitales te diferencian de cualquier otro ser humano nacido en el
presente o en el pasado o en el futuro. Y, ¿qué decir del ADN? Esta es una
molécula que contiene la información genética que determina las características
hereditarias de los seres vivientes. Muchos consideran su descubrimiento “el
acontecimiento biológico más importante de los últimos cien años”.
Sin duda el salmista estaba haciendo referencia a este
“descubrimiento” cuando, más de trescientos años antes del nacimiento de
Jesucristo, escribió el Salmo 139. Dice el versículo 13: “Porque tú formaste
mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre” Y el v.16: “Mi embrión
vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron
luego formadas, sin faltar una de ellas”. ¡Qué maravilla que desde el vientre
de tu madre todas tus características habían sido determinadas! ¡Y Dios estaba consciente
de todo! No eres el producto casual de alguna línea de ensamblaje en una
factoría cósmica. En verdad eres un ser excepcional, creado por la gracia de
Dios con un propósito específico. Sobre esto escribió el apóstol Pablo en su
carta a los efesios: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras” (Efesios 2:10). Esta es una razón por la que Dios tiene un
profundo interés en ti como persona. Él te hizo, te conoció desde antes de tu
nacimiento, y desde entonces tiene planes específicos para ti, planes
concebidos en amor para tu bienestar y tu prosperidad, según declara Jeremías
29:11.
A medida que profundizamos en el conocimiento de Dios y
en su interés por nuestra felicidad, realmente comenzamos a entender lo
terrible que es el pecado. El Señor nos ama entrañablemente, sin embargo con
mucha frecuencia desobedecemos sus instrucciones, caminamos en nuestros propios
caminos y le volvemos la espalda. Entonces sus planes para nuestras vidas son
bloqueados y dejamos de recibir sus bendiciones. Pero aun en estas
circunstancias somos especiales para Dios, y él continúa amándonos de la misma
manera. Él nos sigue mirando como su preciosa creación que somos, a pesar de
habernos alejado de su presencia. Por eso Dios ha provisto la manera de
perdonarnos y eliminar los obstáculos que nos separan de él. Dice 1 Juan 1:9
que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
Dios no es un insensible e indiferente soberano de los
cielos. Él comparte nuestras tristezas, se preocupa por nosotros y nos
considera suficientemente importantes para darnos su amor. De hecho, nos ama
tanto que dio a su único hijo para que muriera por nuestros pecados. ¡Esto es
verdadero amor! La Biblia dice: “En esto se mostró el amor de Dios para con
nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por
él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros
pecados” (1 Juan 4:9-10).
Como tú y yo somos especiales para Dios, él quiere que
nos alejemos del pecado y nos acerquemos a él para darnos una vida llena de paz
y felicidad. ¿Puede haber algo más especial? Actúa cada día de tu vida con el
deseo de agradar a Aquel para el cual tienes tanto valor.
ORACIÓN:
Gracias, Padre celestial, por haberme hecho una criatura
especial por tu infinito amor y misericordia. Por favor, perdona mis pecados y
ayúdame a acercarme cada vez más a ti, para poder disfrutar plenamente de los
planes que tú tienes para mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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