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miércoles, 4 de marzo de 2015

¿QUÉ CLASE DE “PROSPERIDAD” LE ESTAS PIDIENDO A DIOS?



3 Juan 1-2
“El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad. Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”.

Prosperar significa mejorar en algún aspecto, avanzar, progresar. La prosperidad, en sentido general, es una de las cosas más anheladas por el ser humano. Cuando se trata del aspecto económico, podemos asegurar que a nadie le gusta vivir en pobreza y escasez. Nuestra naturaleza humana tiende a no conformarse con menos que la abundancia y la prosperidad. Por esta razón el ser humano lucha con todas sus fuerzas y recursos por progresar en el aspecto económico. También hay preocupación por prosperar o mejorar en el aspecto físico. La apariencia física ocupa un lugar importante en las prioridades de la mayoría de las personas, de ahí la enorme variedad de dietas para perder peso, gimnasios, cremas y otros tantos medios de embellecimiento. Y cuando hay alguna enfermedad, la preocupación es entonces prosperar en el aspecto de la salud.

En el pasaje de hoy, parte de su tercera epístola, el apóstol Juan se dirige a Gayo, un amigo muy amado, al cual muestra el afecto propio de un verdadero pastor y maestro. Juan está preocupado tanto por la prosperidad y la salud física de su discípulo como por su salud espiritual. Por eso le dice: “Yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud…” Y entonces añade: “…así como prospera tu alma”. Juan sabía por experiencia propia que la prosperidad, ya sea material o física, depende fundamentalmente de la manera en que prospera el aspecto espiritual. Y la prosperidad del alma sólo se alcanza cuando le entregamos nuestra vida a Cristo. Allí comienza a edificarse el fundamento de una prosperidad estable y permanente. A menos que solucionemos primero el problema de nuestra pobreza espiritual, todo lo que prosperemos en otras áreas no tendrá un buen fundamento.

La prosperidad material puede perderse en un momento. Un mal negocio, un robo, un incendio o la pérdida de todos los bienes puede dejar a uno en la calle. La prosperidad física nadie la tiene garantizada. Si hoy nos despertamos con salud ha sido por la gracia de Dios. Uno puede comprar un buen seguro médico y medicinas pero no la prosperidad física. Tenemos, pues, que entender que la prosperidad en la que todo ser humano necesita enfocarse en primer lugar es la prosperidad espiritual, la cual es eterna y es la base para la verdadera felicidad. Jesús dijo a sus discípulos: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Cuando Jesús dijo “y todas estas cosas os serán añadidas”, se estaba refiriendo a comida, bebida, ropa, posesiones materiales en general, salud y bienestar económico. Son las mismas “cosas” a las que se refiere Juan en el pasaje de hoy. Todas estas cosas las vamos a recibir en la medida en que prosperemos espiritualmente.

Alguien dijo que hay gente tan pobre en este mundo que lo único que tienen es dinero. El dinero no garantiza la felicidad, en cambio en Cristo hay paz y gozo en todas las circunstancias. ¿Eres tú una persona próspera espiritualmente? Si no lo eres, entonces crecer espiritualmente debe ser tu prioridad. Sólo así podrás vivir una vida de verdadera prosperidad en todos los demás aspectos. En Deuteronomio 8:18, Dios se dirige al pueblo de Israel y les dice: “Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas”. Y seguidamente les advierte que no se olviden de él cuando estén disfrutando de prosperidad y riquezas, pues ciertamente perecerían.

Busca con más frecuencia el rostro del Señor. Lee su palabra diariamente, medita en ella, ora más, sírvele más. Entonces comenzarás a sentir paz y gozo en tu corazón aun en medio de circunstancias desfavorables, serás mucho más paciente, tu fe será fortalecida y tu carácter será transformado positivamente. Esto es prosperidad espiritual. Esta es la base para una total, verdadera, estable y duradera prosperidad en todas las áreas de tu vida.

ORACIÓN:
Mi amado Dios, te doy gracias porque en ti está el poder para la prosperidad y la felicidad en este mundo de aflicciones. Por favor ayúdame a buscar tu presencia cada día antes que cualquier otra cosa, confiando en que tú añadirás, conforme a tu voluntad, todas las cosas que yo necesito. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

2 comentarios:

  1. Dios nos manda a abandonarlo todo y seguirlo a el y a negarnos a nosotros mismos, somos llamados a ser pescadores de almas, y no de bienes materiales que eo que este mundo ofrece. Cristo siendo el Rey de Reyes y dueno de todo. no tenia ni donde recostar su cabeza, y dejo todo su reino por amor a ti y a mi

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  2. Dios nos manda a abandonarlo todo y seguirlo a el y a negarnos a nosotros mismos, somos llamados a ser pescadores de almas, y no de bienes materiales que eo que este mundo ofrece. Cristo siendo el Rey de Reyes y dueno de todo. no tenia ni donde recostar su cabeza, y dejo todo su reino por amor a ti y a mi

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