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jueves, 5 de marzo de 2015

Hebreos 4:7



Un corazón duro nunca será agradable a Dios. Si nuestro propósito en la vida es agradar a Dios, debemos entender que la voluntad de Dios es que nuestro corazón sea un corazón sensible, humilde y, sobre todo, un corazón dispuesto a que Dios actué como Él quiere y no como nosotros queremos.

La dureza de corazón provoca un desierto en la vida, y un corazón sensible es un oasis de bendición.


¡Gracia y Paz!

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