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viernes, 20 de febrero de 2015

¿CREES QUE TU PROBLEMA ES MUY GRANDE?



1 Samuel 17:32-37
“Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Yahweh, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo.”

Este pasaje nos narra los momentos que precedieron a uno de los acontecimientos bíblicos más conocidos por todos: la pelea entre David, un jovencito judío, pastor de ovejas, cuyo armamento se limitaba a una simple honda y algunas piedras, y Goliat, un enorme gigante filisteo, experimentado guerrero, armado hasta los dientes. David había llegado al campamento del ejército de Israel con el fin de traer un encargo de su padre para sus hermanos mayores. Allí se enteró que este gigante filisteo estaba retando a que saliera un hombre de entre los israelitas para que peleara con él. Entonces David se ofreció como voluntario para pelear contra el gigante.

Sin duda, la situación a la que se enfrentó David era extremadamente difícil. Desde el punto de vista humano, las posibilidades de éxito eran prácticamente nulas. Muchas veces nos encontramos en medio de circunstancias tan difíciles que no vemos la más mínima solución. Quizás hoy tú te encuentres en una de esas situaciones, ya sea en el aspecto económico, o en lo relativo a la salud o a las relaciones familiares, o en cualquier otra área. Y probablemente el diablo te esté sugiriendo de alguna manera que no hay forma de que puedas resolver tu problema, así como Saúl trató de convencer a David de que era totalmente imposible que él pudiera vencer a Goliat.

Pero lo primero que hizo David fue recordar las maravillas que Dios había hecho en su vida y las veces que lo había librado de circunstancias sumamente difíciles. Y en esos recuerdos basaba su fe y su confianza en la victoria. Por eso dijo con absoluta seguridad: “Yahweh, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo”. Y se dispuso a enfrentarse al gigante Goliat. Dice el versículo 45 de este mismo capítulo: “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Yahweh de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Yahweh te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza”. Y a los pocos minutos, aquel gigante yacía muerto a los pies del joven pastor de ovejas. No por sus fuerzas, sino por la fuerza y el poder del Dios todopoderoso.

Cuando nos encontramos en situaciones difíciles, en medio de las presiones y la incertidumbre del momento es muy fácil que nos olvidemos de todas las ocasiones en las que el Señor nos ha ayudado en el pasado, y comencemos a dudar de su amor por nosotros y de su poder para resolver nuestro problema. Piensa un momento en todo lo que Dios ha hecho en tu vida, en las situaciones de las cuales te ha librado en el pasado. ¿Crees que ahora el Señor te abandonará? ¡Por supuesto que no! Él ha prometido estar con sus hijos todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). También dice: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). De igual forma nos recuerda: “De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:6).

No importa cuán grande te parezca tu problema, Dios es infinitamente más grande que él. Así como David se enfrentó al enorme gigante, enfréntate a ese problema sin temor, en el nombre del Señor. Y obtendrás la solución.

ORACIÓN:
Padre mío, hoy pongo delante de tu trono de gracia esta situación que para mí es imposible de resolver. Pero confío que tu poder es mayor que todos mis problemas. Por favor ayúdame así como lo has hecho en otras ocasiones, en el nombre de Jesús Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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